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Y así fue, como lo planearon, lo cumplieron.

Mikael con gran diversión nos apoyó y nos dio un hechizo mágico de invisibilidad para que otros vampiros no nos vean o escuchen; aunque de esa misma manera, Thanatos y Napomuceno no pueden verse o escucharse entre si ya que son vampiros, solo yo puedo verles y ellos me ven a mi ya que yo no soy vampiro.

Sonreí divertida y agarrados de las manos, entramos al gran castillo de los reyes. Thanatos me lleva sobre su espalda ya que no se escalar por mi misma, así que, de esta manera, subimos al cuarto de Alarik.

Napomuceno se quedó esperándonos en el techo, mientras que con Thanatos bajamos hasta el balcón de la habitación del pequeño, que es por donde entramos.

-Mira que lindo es dormido- dije, al verlo recostado en su cama, la cual se ve super enorme en comparación a su pequeño cuerpo.

Se le ve muy tranquilo, como si fuera un muñeco de porcelana.

-Espera un momento- dijo Thanatos y empecé a caminar detrás de él.

El vampiro se acercó a la cama y destapó el bebé, viendo como todo su cuerpo está lleno de hormigas y bichos que están devorando su interior. Se encuentra con toda su pequeña ropita rota y llena de sangre, a la igual que todo su alrededor que está con los órganos del bebé esparcidos por doquier.

Me dirigí a la ventana, para no verle más.

-¿Qué pasa?- preguntó Napomuceno, asomándose desde el techo.

-Volvamos a casa- dijo Thanatos, que se acercó a mi, abrazándome por atrás.

Me giré y vi como el niño ya está tapado de nuevo.

Me subí sobre la espalda de mi vampiro y escaló al techo. Una vez allí, Napomuceno nos miró confundidos.

-Alguien se nos adelantó- dijo mi vampiro.

-Oh, está bien- dijo el menor.

Me aferré a mi pareja, ocultándome contra su cuello.

Los vampiros de un salto cayeron al suelo parados y corrieron a la par hasta un parque cercano, en donde está el vehículo.

Nos subimos y Thanatos me propuso que vaya a la pequeña piscina de la parte de atrás, en la cual no entro completamente estirada pero aún así es cómodo que me apoye en el borde y la punta de mi aleta queda sobresaliendo y choca contra la ventana del baúl, la cual tiene una imagen gigante pegada que desde fuera solo podrás ver muchos bolsos apilados; esta ilusión fue armada para que nadie me vea mientras esté nadando tranquila aquí atrás.

-Mar- me llamó Thanatos e incliné mi cabeza hacia atrás para verle.

La segunda fila de asientos está vacía, por lo que bajamos los respaldares y puedo ver tranquilamente a los vampiros sentados adelante del todo.

-Ten- Napomuceno me lanzó algo que identifiqué de inmediato.

Era el pequeño delfín de juguete que me regaló Cody. Sonreí por el recuerdo y tiré de la pequeña cuerda que está en su boca, haciendo que nade por un metro dentro del agua.

-¡Funciona!- exclamé, sorprendida.

-Lo reparé hace un par de días, pero creo que el mejor momento para entregártelo, es este- dijo y sonreí.

-Gracias- dije, empezando a jugar con el delfín.

Al final, me hice una bolita, abrazando al delfín, logrando dormirme.

_-_-_

Me desperté cuando es que Napomuceno me dio unas suaves palmadas en hombro.

-Policías- informó.

Suspiré y coloqué la topa que está a un lado de la piscina sobre mi, la cual da la ilusión que hay puros bolsos y maletas. Lo malo de estar aquí es que me da miedo que a alguien se le de por abrir los bolsos y se de cuenta que son imaginarios.

Me quedé quieta, abrazando a mi pequeño delfín.

Con el tiempo que ha pasado, cambiamos la piscina de plástico a una de un material algo transparente con sistema de filtrado y que podemos poner el agua o quitarla sin que se vaya del auto y así poder volver a usarla sin desperdiciar. Es un sistema genial que aprovecha todos los recursos. Además de que este mismo sistema, cuando es que pongo la tapa, me deja ver pequeñas estrellas luminosas que simulan ser el cielo visto desde el océano; fue un detalle muy lindo de parte de mi vampiro.

Alguien tocó tres veces seguidas la tapa y la abrí.

-Ya pasamos- informó.

Guardé la tapa a un lado y volví a sentarme cómodamente.

-Mari, ¿te encuentras bien?- me preguntó Napomuceno y giré mi cabeza hacia atrás para poder verle, aunque desde mi punto de vista, está al revés.

-Claro, ¿por qué lo preguntas?- dije, con una pequeña sonrisa.

-Tienes las uñas de un celeste con mezcla- me dijo-. Y desde que volviste, estás mucho más seria de lo que has estado nunca. Parece como si hubieras revivido la muerte de Kaito o de tu padre.

-Fue algo así- dije.

-¿Quieres hablar de lo que pasó cuando fueron a la habitación?- dijo-. Parece que hubieras cambiado desde ese entonces.

-No es nada- dije, volviendo mi mirada a la ventana del techo, la cual hicieron para que pueda ver el cielo mientras viajamos, ya que tenemos pegatinas con falsas imágenes de bolsos en los vidrios y no puedo ver con claridad el exterior.

-Está bien- dijo, aunque noté duda en su voz.

Volví a sumergirme, mirando el cielo, en donde parece que va a llover pronto.

Las lluvias en casa siempre me parecieron algo fantástico. Poder tocar el agua que cae del cielo, es una sensación tranquilizante; antes solía jugar en esta, pero en la actualidad solo me gusta quedarme acostada en el pasto y dejar que las pequeñas gotas me abracen con ese cariño propio.

Cerré los ojos y aproveché para dormir en lo que queda de recorrido.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora