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-No puedo creer que este día al fin llegó- dijo Celestina.

Salimos del gimnasio en donde está decorado para la ocasión; acabamos de terminar nuestra etapa escolar. Terminamos ya la secundaria.

Todas las chicas son muy altas en comparación a mi; todas ya se desarrollaron, tienen grandes curvas o por lo menos algunas si. Los chicos también crecieron mucho, tienen voces ya cambiadas y algunos en proceso.

-Felicidades- me dijo Thanatos, abrazándome a la salida.

Él terminó el colegio el año anterior y todos los días se toma la molestia de preparar la casa para cuando lleguemos. A pesar de que pasaron 5 años, él sigue siendo el mismo, pero apenas un par de centímetros más alto.

-Felicidades- me dijo Luciano, abrazándome.

Él si que pegó un estirón; ya tiene trece años y tenemos la misma estatura. Sus rasgos faciales están empezando a cambiar y ya no parece el niño pequeño que me vio aquella primera vez cuando pisé la arena, aún así, Josh, su médico, dice que va a crecer mucho más.

-Lo lograste, hijita- me dijo America, quien junto a Hunter me abrazaron.

Ellos siguen exactamente igual, solo que con un par de arrugas. Creo que son los únicos que no se han modificado con el paso del tiempo.

-Mari...- dijo una voz femenina y me giré, encontrándome a Susana-. Felicidades.

Ella se agachó un poco y me abrazó. Ya tiene 17 años y es mucho más alta que yo.

-Es sorprendente que aún siendo mayor que yo sigues pareciendo de 14- dijo, divertida y reí con ella.

-Calla- dijo Thanatos, acercándose, para abrazarme por la cintura por detrás-. Ya vamos a crecer nosotros.

-Ahora inspiras más ternura que miedo- le dijo ella-. Ni siquiera te ha cambiado la voz Thanatos, y pensar que todos te temían.

Él rodó los ojos y sonreí.

-Chicos, vamos a festejar- dijo America.

-Estamos al tanto- me dijo ella, antes de ir caminando hacia otro lado.

Me giré y besé a mi vampiro.

Caminamos hasta nuestra familia y nos subimos al auto, para ir a casa.

En cuanto entramos a casa, comimos el sushi que Thanatos preparó con elementos que busqué ayer por la noche.

-Esto es mejor que cuando lo compras- dije, saboreando hasta el final cada bocado.

-Me alegro que te guste- dijo Thanatos, besando mi mano que está junto a la suya.

_-_-_

En cuanto terminamos de comer, acompañamos a que Luciano se junte con su mate, y luego nos quedamos en el lago.

Me lancé y empecé a nadar dando vueltas y giros.

-Ven conmigo- le invité a mi pareja, quien me mira desde la arena.

-No tengo conmigo mi traje de baño- dijo él.

-No importa- dije-. Ven conmigo.

-Prefiero verte desde aquí- afirma.

Sonrío y me dejo relajar por el suave vaivén del agua.

-¿Recuerdas lo que dije hace un par de años?- pregunté-. No hemos cambiado nada desde aquel entonces.

-Tu aleta creció un par de centímetros- afirmó.

-Lo se- dije, divertida-. Ya pronto seré como padre.

-Serás mil veces mejor que él; eso te lo aseguro- dijo y sonreí-. De seguro está orgulloso de quien eres.

-Deja de asegurar y ven aquí- dije y lo arrastré hacia mi, para besarlo dentro del agua.

Dejé que volviera hasta la arena, escuchándolo maldecir en lo que me dijo que es ruso.

-Mar... Ya hablamos de esto- dijo él, sentándose en la arena-. Arruinas mi ropa.

Reí y me recosté en la arena.

-Y quítatela- dije, sonriendo.

-Con que eso querías ver- dijo.

Se quitó la remera, quedando solo en pantalón, dejando ver su abdomen marcado.

Con el paso del tiempo comprendí los valores humanos y vivo como uno, siento como uno, pienso como uno. Y el cuerpo de mi vampiro entra en la belleza absoluta para la sociedad humana.

Me mordí el labio inferior e ingresé al agua de nuevo, evitando que vea el color rosado de mis mejillas.

-Vuelve aquí, pequeña sirenita- escuché que dijo y asomé mi cabeza únicamente para mostrarle mi lengua y volver a desaparecer de su vista.

Tal como aprendí con mi pareja, sentí la presencia de varios seres más y me asomé de nuevo, viendo como se acercan los hermanos Ottis.

Nadé con rapidez hacia la orilla, para transformarme sin que me importe mojarme la ropa. Salí del agua y el pequeño Napomuceno empezó a correr para saltar y abrazarme riendo; a pesar de tener 5 años, aparenta solo 1 y ya sabe correr e incluso hablar.

-Hola pequeño- dije, sonriendo.

Thanatos le mostró los colmillos como advertencia y el pequeño se alejó. Mi vampiro me abrazó por la cintura.

-Ya, tranquilo- le dije, girándome un poco para besarlo.

-Nos enteramos que has terminado una gran etapa- dijo Benjamín-. Vinimos a felicitarte.

-Gracias- dije y sonreí.

-Hace mucho no pasas por casa- dijo Napomuceno-. Te extrañé.

-Madre se encuentra molesta por esa mala actitud suya- dijo Isodoro, regañando a su hermano menor-. Juana es tu madre, no Marina.

-Pero yo las quiero por igual- dijo el pequeño.

-Los invitamos a ir a nuestro hogar- dijo Eujenio-. Madre se encuentra ansiosa por verles.

-Pronto iremos- afirmó Thanatos.

-Los esperamos- dijeron antes de irse todos juntos, llevando al menor de la mano.

-Es adorable- dije, mirando al pequeño.

A pesar de ser vampiros, ya se están acostumbrando al sol a pesar de que ven menos y usan gafas especiales que son mucho más oscuras que las que usan los humanos. Incluso visten más actual pero con gran elegancia, llevando el último grito de la moda francesa, aunque solo lo hacen en cuanto salen al exterior, en su hogar siguen con sus reglas de moda antigua.

-Mar...- me llamó y lo miré-. Tengo una propuesta para ti.

Nos sentamos en el suelo para charlar más cómodos.

-¿Cuál es?- pregunté, con gran intriga.

-¿Te gustaría vivir frente a un lago?- me preguntó y la emoción se apoderó de mi-. Durante este último año estuve construyendo una casa para nosotros dos, está algo lejos de aquí, pero en un clima similar, allí hay mucho bosque y construí cerca del lago principal por lo que podrás nadar libremente y sin problemas. Así que, ¿qué dices? ¿Quieres venir a vivir conmigo?

-¡Obvio que si!- dije, lanzándome sobre él, para besarle.

-Mamá y papá ya lo saben; ellos estuvieron de acuerdo con todo- dijo y sonreí-. ¿Quieres ir ahora?

Asentí con la cabeza y nos levantamos del suelo.

-Súbete a mi espalda- me ordenó y obedecí.

Él empezó a correr, por lo que me abracé con fuerza, cerrando los ojos.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora