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-¿Qué es esto?- pregunté, mientras entraba a la sala oscura con miles de asientos junto a Thanatos.

-Se llama "cine"- dijo y nos sentamos en la fila del fondo, en los asientos del medio-. En esa pantalla gigante- señaló hacia adelante-, pasarán la película. Es de terror que va sobre sirenas, pero si te asusta muchos nos vamos.

-Las sirenas no somos seres terroríficos- dije, divertida.

-Mamá dijo que viéramos una película de sirenas, pero el terror mola más que la fantasía- dijo y la sala empezó a hacerse más oscura y me asusté.

Él tomó mi mano, sonriéndome.

-Tranquila, nada malo sucederá- dijo y señaló la pantalla-. Mira hacia allí.

_-_-_

-Hey Mar... Despierta...- dijo una voz masculina, logrando que abra los ojos-. La película ya terminó, vayámonos.

Le sonreí, aún algo dormida.

-Vamos, yo te cargo- dijo, para subirme sobre su espalda, colocando mis brazos al rededor de su cuello, como papá solía hacer conmigo.

Salimos de la sala, junto al resto de personas.

-No puedo creer que en serio te has dormido a la mitad de la película- dijo, aún cargándome con delicadeza-. ¿Estaba muy aburrido?

-Las sirenas de las profundidades no somos así- me quejé-. Solo los más atrevidos rompen las leyes del rey para ir hacia la superficie; luego son exiliados y si no vuelven a respetar las normas, se los hace desaparecer.

-¿Conociste a alguien así?- preguntó, con curiosidad, ya caminando fuera del cine, yendo hacia casa.

-Personalmente no, pero siempre se oye uno que otro caso entre los araicos- comenté, cerrando los ojos.

-¿Araicos?- preguntó, confundido-. Es decir, los ancianos, ¿verdad?

-Eso mismo- dije-. Mi padre casi se une a ese grupo, pero murió...

-Le tenías mucho cariño, ¿verdad?- dijo, en un tono de voz triste, mientras asentí con la cabeza-. Bueno, dime... ¿Tienes hambre?

Reí ante eso.

-Un poco- comenté.

-Es la hora de la cena, es de esperarse. Las palomitas de maíz no llenan mucho, así que, ¿te pinta tomar un helado?- dijo.

-¿Qué es "helado"?- pregunté confundida.

-Ya lo verás.

_-_-_

-¡Está muy frío!- exclamé, tras probar ese postre dulce en forma de bola circular sobre un cono.

-Por algo se llama helado- dijo, divertido por mi reacción.

-¿No se puede calentar?- pregunté, mirando fijamente el helado-. El chocolate caliente se puede enfriar, así que, el helado frío podría calentarse.

Él rió.

-Si se calienta sabe feo- dijo, sacando un poco con su cuchara-. Abre la boca.

Obedecí y volví a probar ese helado.

-Sabe a chocolate caliente pero en frío y más raro- dije, volviendo a abrir la boca para que me alimente.

-Come por ti misma, ahí tienes la cuchara- dijo, señalando el objeto, recibiendo una mueca de enojo por mi parte-. Está bien... Abre la boca.

Abrí la boca y me dio otro poco.

Y así fuimos comiendo de a poco el helado, hasta que se acabó.

-Come el cucurucho- dijo, señalando el donde estaba el helado antes.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora