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Tras varios intentos, tras comerme todas mis algas sin dejar ninguna y tras varias horas, al fin lo logré.

Ya me parecía a uno de ellos, nada más que tengo bultos en el pecho y un poco más de figura que ellos.

Moví mis brazos y piernas, viendo como estoy usando una ropa que nunca me he puesto. ¿Mi cuerpo mismo viene con ropa? Que cosa rara es este mundo.

Salí del agua con cuidado y vi dos palos con palitos en medio.

No entendí su uso ni como bajar, así que, tuve que ingeniármelas.

La altura parece ser peligrosa como para saltar con este cuerpo.

Respiré y me preparé.

-Piensa, Mar, piensa- me dije a mi misma-. Ohh, ya se para que son esas cosas.

Puse uno de mis pies, o creo que así le llamaban a esa parte, en la primera varilla y el otro en el de abajo.

De a poco fui escalando en reversa, como en las series que me mostró Cody hace un tiempo.

Una vez en el suelo, sonreí.

-Esto es sencillo- dije, sonriendo.

Puse un pie frente a otro, como hacen Cody y Hitler.

Al segundo caí de cara al suelo. Mis piernas son débiles ante esta gravedad. Esto no es el agua.

Sin rendirme, me apoyé en la pecera y volví a levantarme.

-No te rindas, papá nunca lo hizo- dije, motivándome.

Apoyada contra la pecera, empecé a levantar mis pies para avanzar de a poco.

Llegué a la silla donde suele sentarse Hitler y me coloqué como suelen ponerse ellos, con las piernas medias separadas y la espalda apoyada.

-Esto es incómodo- susurré.

Me volví a levantar y mis piernas me traicionaron, dejándome en el suelo de nuevo.

Estando con las piernas dobladas, empecé a desplazarme en lo que llaman "gateo". Me puse en el centro. Vi una abertura en las paredes de la cueva, por lo que empecé a arrastrarme hacia allí.

En el momento que iba a cruzar, algo caliente tocó mi mano y retrocedí.

Apoyándome en la pared de la cueva, me levanté e intenté pasar aquel agujero, pero quemaba mucho cada vez que lo tocaba, por lo que me senté frente a este, con las piernas dobladas juntas hacia un solo lado, como lo hago naturalmente con mi aleta.

-Quiero pasar- le dije al agujero-. ¿Me dejarías pasar? Quiero ver a Thanos... ¿Thanos? Pero qué estoy diciendo- reí por mi tontería, ¿quién es Thanos?-. Quiero ver a Hitler.

Moví mi mano hacia adelante pero el calor volvió a lastimarme, por lo que me alejé.

-¿Por qué no me dejas pasar?- le pregunté, enfadada, apoyando parte de mi peso sobre un brazo-. Por favor... Quizás tu tampoco sepas hablar, pero necesito pasar...

Justo en ese momento, algo mágico pasó, Hitler apareció frente a mi y tras colocar un cuadrado de plástico contra una cosa rara, ingresó a la habitación.

-¿Mar?- preguntó, sorprendido.

Me dio su mano y me ayudó a levantarme.

Iba a abrazarlo, pero mis pies se cruzaron entre si y caí hacia adelante. Él me atajó entre brazos y me cargó como cuando estoy en mi forma real.

Me dejó sentada en su silla y me miró sorprendido, sentándose en frente mía.

Unas gotas rojas bajaron por sus ojos.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora