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En cuanto pude volver a abrir los ojos, me sigue ardiendo todo pero estoy más tranquila al sentir mi alrededor frío.

Miré mi alrededor, viendo todo aún muy borroso, pero con esfuerzo logré identificar el lugar. Es la isla Mako; por más borroso que vea, el cielo desde este lugar se ve de manera única por la ventana en el techo.

-Mar...- me llamó una voz a la lejanía y con algo de dolor me giré, encontrándome con alguien viéndome desde cerca pero aún estando borroso.

Estiré mi mano soltando un quejido, esforzándome para poder tocar su rostro.

La criatura tomó mi mano con cariño y me ayudó a llevarla hasta su cara. Aunque mis sentidos fallen, puedo identificar a Thanatos como sea.

Sonreí y con esfuerzo me giré, para abrazarle con toda mi fuerza, la cual no es mucha pero es algo.

-¿Me escuchas?- susurró.

-¿Por qué hablas tan bajo? ¿Napomuceno está durmiendo?- dije, con un hilo de voz.

Alguien tocó mi espalda y solté un quejido.

-Idiota ¿no ves que le duele?- susurró Thanatos, con una cara de preocupación.

-Lo siento- murmuró bajito Napomuceno y me volví a girar para verle.

-¿Dónde...?- pregunté, sin llegar a completar mi oración.

-Frente a ti...- susurró Napomuceno.

Intenté verle pero todo es borroso.

-¿Están bien ambos?- pregunté con preocupación, pegándome a mi vampiro que de forma mágica me genera alivio al entrar nuestras pieles en contacto.

Ni aunque me esté por morir dejaría desprotegidos a estos dos vampiros; son mi familia y la familia no se abandona.

-Nosotros si- susurró Napomuceno-. Aunque por ti no diría lo mismo.

Cerré los ojos.

-Descansando se me pasará- dije, girándome con algo de esfuerzo.

-Lo encontré- dijo una voz que me resulta desconocida, por lo que me tensé.

-Es Mikael- susurró Thanatos y suspiré aliviada.

Algo pasó chapoteando a mi lado y sentí como mi vampiro me sacó del agua, causándome dolor el contacto del aire puro sin agua.

-Tranquila, será solo unos momentos- pronunció en voz baja Thanatos.

Tocó la punta de mi aleta, en donde más me duele por lo que solté un quejido.

Tras unos instantes, el dolor de la punta desapareció a pesar de que el resto de mi cuerpo duele.

Estiré mi mano hasta el agua en busca de alivio.

Alguien me tomó en brazos y por el confort que me generó, supe que era mi vampiro.

-Pronto estarás mejor- susurró.

Volvimos al agua y sonreí débilmente al estar en contacto con un ambiente fresco que contrarresta el calor del dolor de mi cuerpo.

Thanatos con cariño acarició la zona en donde anteriormente me hirieron, causándome escalofríos por el recuerdo.

-Tranquila, ya estás a salvo- susurró-. Yo te cuido, no hay nada que temer.

Intenté girarme para abrazarlo, lo cual fue una acción que me demoró bastante para tan solo unos centímetros.

Thanatos me tomó desde la espalda y por debajo de la articulación media de mi aleta, pegándome contra su pecho.

-¿Mejor?- preguntó en un susurro.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora