170

78 11 0
                                    

En cuanto volví a abrir los ojos, mis heridas ya están cerradas, todas menos una sola. Isodoro intenta con varios métodos abrir mi vientre lo cual es imposible.

-Veo que has despertado de tu siesta- dijo Isodoro-. No te hagas la difícil y permíteme ver que hay aquí.

Quise negarme, gritar, patearlo, alejarlo o simplemente usar mis poderes, pero fue imposible.

Escuché que golpearon la puerta.

-¿Qué?- dijo Isodoro, en un tono molesto.

-Su madre solicita verle en sus aposentos- dijo una voz suave.

-Bueno, Marina, espero que estés aquí en cuanto regrese- dijo el mayor, retirándose de mi vista-. Puedes hacer lo que quieras, mientras no salgas de esta zona y no rompas nada. No te permito hablar.

Sentí que pude volver a controlar mi cuerpo, por lo que suspiré.

Él se retiró y me senté en la mesa.

Volví a mi forma normal y me abracé las piernas, con miedo.

Quise emitir palabra para poder darle un aviso a mi vampiro sobre mi paradero pero no salió voz alguna de mi garganta.

Me levanté y abrí cada una de las puertas de la habitación encontrándome con lo que parece ser el Polo Norte lleno de cadáveres congelados, un armario y un baño.

Quise entrar al baño pero fue imposible, es como di hubiera una pared invisible que no me dejara pasar.

Asustada intenté entrar a cualquiera de los otros cuartos pero fue imposible. En cuanto toqué la única ventana que hay, esta me dio una descarga eléctrica como cuando metes un dedo en un enchufe funcional. Me alejé y corrí a la esquina oculta con las mesas, allí es una zona tranquila, en donde no se ve nada de lo malo a pesar de que sigue en mi la sensación de peligro y miedo.

Con fuerza me arranqué la pintura de mis uñas, causándome un gran dolor ya que es una zona sensible para mi. Soltando suspiros de dolor, logré eliminar toda la molesta pintura.

La puerta se abrió de golpe y vi a Isodoro acercarse.

Me tensé y me abracé a mi misma, con gran miedo.

-Es adorable verte así, ya entiendo la empatía que todos te tienen- dijo el vampiro, agachándose para verme a la cara-. Sal de ahí.

Otra vez la fuerza me abandonó y mi cuerpo dejó de pertenecerme.

Me transformé y salí de allí, quedando frente a él.

-¿Te has despintado las uñas?- dijo, molesto antes de golpearme en la mejilla con la palma abierta.

Solté un quejido, logrando sacarle una sonrisa.

-Vuelve a la mesa de investigación- ordenó.

Mi cuerpo se encaminó solo de nuevo a la mesa de tortura.

-Date la vuelta- ordenó y obedecí.

Corrió mi cabello todo para un lado y algo realmente caliente empezó a cortarme desde la nuca hasta donde estaría el inicio de mi aleta.

-Trasfórmate- ordenó y mi cuerpo obedeció.

El dolor se mantiene, es molesto y arde mucho. Mi cuerpo se esfuerza en curarme pero es molesto sentirme tan débil.

-La columna de la sirena no se modifica estando en su forma natural o con piernas- dijo, y tocó la zona herida impidiendo que sane correctamente-. Volveré a arreglarte, pero que ni se te ocurra volver a quitarte el esmalte.

Chasqueó los dedos y al segundo alguien tomó mi mano por los lados de mi cabeza, dejando mis brazos flexionados, para pintarme las uñas de nuevo. Fueron tan solo unos instantes pero realmente odio esa sensación.

-Hermano, madre dice que es hora de probar su sangre- escuché la voz de Eujenio.

-Estaba experimentando, pero supongo que puedo aguardar- dijo Isodoro, quitando el dedo permitiéndome terminar de sanarme-. Levántate y sígueme.

Mi cuerpo cambió de forma y aún sin terminar de sanarme por completo, le seguí con la mirada baja.

Llegamos hasta una sala que nunca vi, en donde los tres hermanos se sentaron a mi alrededor y me hicieron sentarme en el medio.

-Yo quiero el cuello- dijo Benjamín.

-Podemos beber los tres del cuello sin problemas- dijo Isodoro-. Tenemos que ser buenos hermanos y compartir.

-Escuché una vez a Mikael decir que una sirena tiene mucha más sangre que una humana por lo que podremos disfrutar por un buen rato- dijo Benjamín.

-A disfrutar entonces- dijo Eujenio.

Se acomodaron a mis lados y detrás, por lo que empecé a respirar de forma nerviosa, con gran miedo.

Los tres besaron desde mi clavícula hasta la zona donde se eligieron para morder.

Sentí sus colmillos rozar mis branquias; el miedo se hizo más potente en mi.

Cerré los ojos con fuerza y grité, logrando que un pequeño ruido salga de mi boca.

-Vaya poder tiene la sirenita como para desobedecer una orden- dijo Benjamín estando a mi derecha-. Mejor aún.

-A mayor poder, más deliciosa la sangre, ¿verdad?- dijo Eujenio, sonriendo desde mi izquierda.

-Déjenla viva que aún quiero experimentar con ella- dijo Isodoro, desde detrás de mi.

-Ni creas que la diversión de acabará ahora- me susurró Benjamín al oído.

Intenté moverme pero tan solo logro que me duelan los tobillos de una forma horrorosa, subiendo el dolor por mis piernas, pasando a la cadera y finalizando en mis corazones por lo que ni siquiera resistí el peso de mi propio cuerpo y contra toda orden, caí de cara, temblando.

-Levántate- ordenaron los tres pero mi cuerpo no reaccionó, tan solo empezó a doler aún más.

Dejé que se me escapara un quejido.

-Con el traidor no eres tan débil, ¿qué te pasa?- dijo Isodoro-. ¡He dicho que te levantes!

Otro quejido de dolor salió de mi boca.

Los tres empezaron a murmurar algo y mi cuerpo dolió mucho más, es como si estuviera nadando en lava; si ya de por si nadar cerca de la lava es una tortura, estar nadando en esta es impensable.

Un ruido se escuchó, algo así como cuando derriban una pared. Los tres hermanos dejaron de murmurar y volaron contra una de las paredes, sin darles posibilidad de moverse. Mi vista se volvió borrosa e intenté arrastrarme pero me restulta imposible hacer algo más que apenas respirar y parpadear con lentitud.

Alguien me tomó en brazos, pero no puedo ver. Todo es borroso para mi.

-Te tengo- dijo una voz que sonó como mi salvación.

Cerró los ojos al ya no poder mantenerlos abiertos y suspiré adolorida.

Siento estar contra el pecho de alguien; es refrescante, como si estuvieran echándole leche fría a una chocolatada muy caliente o como si tomas un sorbo de un té muy caliente bebiendo estando al lado del hielo que flota en la ardiente bebida.

No pude sentir mucho más que eso, solo que soy llevada en brazos, generándome alivio con cada segundo.

No se qué será de mi, pero juraría ante Neptuno que es mejor lo que se viene a cómo es que estoy ahora.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora