Al segundo día, le pedí a Thanatos que me llevara a mi habitación y así fue, por lo que empecé a quedarme allí, incluso el resto de la semana en la cual la zona que antes estaba herida ya no tiene dolor alguno.
Tras retirar las algas secas, Laustin me pidió que me ponga boca abajo y me transforme a mi forma humana, por lo que obedecí. Luego, me pidió algo que me dejó sorprendida.
-¿En serio es esto necesario?- pregunté, girándome boca abajo, moviendo mis pies algo nerviosa.
-Mikael está controlando que Napomuceno duerma para que no te escuche, esto es necesario- dijo Laustin.
-¿Puede ser luego de que me pongas las algas medicinales?- pregunté.
-Estoy contigo, recuérdalo- me dijo mi vampiro sentado a mi lado en la cama de mi habitación.
-Está bien, lo dirás luego- dijo ella.
Corrió mi cabello y me colocó las algas sobre toda mi columna y luego rodeando mis piernas, colocando una mayor cantidad en una zona que inexplicablemente me duele muchísimo.
-Listo- dijo ella y se sentó a mi lado, junto a Thanatos quien me hace caricias en el cabello manteniéndome tranquila.
Oculté mi rostro entre mis brazos; entre estos y mis pechos se crea un espacio y es lo justo para que entre mi rostro para poder respirar sin asfixiarme contra la tela, estando con la columna completamente derecha.
-¿Qué es lo que te hicieron estando allí?- repitió la pregunta mi médica-. Necesito saberlo para poder anularlo completamente.
-¿Vas a borrar mis recuerdos?- pregunté.
-No, solo invertiremos el proceso para que dejes de temer- dijo, con voz amable-. ¿Qué sucedió?
-¿De dónde empiezo?- pregunté, suspirando.
-Desde el inicio- dijo.
-Pues me levanté de la cama y Thanatos no estaba. Napomuceno se encontraba a mi lado pero aún así no pude moverme a voluntad. Mi cuerpo fue hasta el parque en la ciudad, en donde me subí a un coche y me llevaron al castillo de los reyes vampiros. Ahí tuve que ir hasta el centro y arrodillarme ante ellos- dije, recordando esos malos momentos-. Tras que discutan a quién le perteneceré, Isodoro fue el ganador a pesar de que pactaron que mi sangre sería para los tres- un escalofrío atravesó mi cuerpo pero las caricias de Thanatos me calmaron-. Tuve que seguirlo hasta su habitación en donde me hizo acostarme en una mesa extraña y empezó a herirme, tocó uno de mis corazones e intentó perforar mi vientre. Él se retiró unos momentos y al regresar me hizo girarme, me lastimó la espalda hasta el inicio de mi aleta estando en forma humana para luego transformarme de nuevo, complicando el proceso de sanación- sentí mi cuerpo temblar de forma involuntaria al momento de relatar esas últimas partes-. Ya estaba cansada y al tener pintura sobre mis uñas me sentía débil, demasiado débil. Otros de los hermanos interrumpió y me hicieron ir hasta otra sala en donde me iban a morder los tres juntos a la vez en la zona de las branquias- apoyé mis manos sobre mis branquias, evitando que algo más esté en contacto con estas además de mis manos-. Pude soltar un grito apenas audible al momento de que me estaban por morder; tenía mucho pero mucho miedo. Ellos empezaron a murmurar algo y me caí al suelo sintiendo mi cuerpo arder. Ahí es cuando llegó mi salvador por suerte.
Thanatos me alzó y me dejó recostada contra su estómago, dejándome en una pose más cómoda y más pegada a él.
-¿Recuerdas en qué momento te lastimaron la aleta?- preguntó Laustin y la miré confundida.
-Nunca me tocaron la aleta, o por lo menos yo que recuerde- dije-. Se que en un momento el dolor me hizo dormir pero en cuanto abrí los ojos de nuevo estaba intentando abrir mi vientre.
-Está bien- dijo Laustin.
-¿Qué tengo?- pregunté.
-No es nada- dijo con una sonrisa rara.
Intenté girarme para ver pero Thanatos me apegó a él, acariciando mi cabello con una mueca tranquila.
-No tienes nada- dijo, sonriendo y suspiré.
-Está bien- dije-. ¿Cuánto tiempo tendré que estar así?
-Solo una semana hasta que se sequen las algas y eso significa que el proceso ha terminado- dijo Laustin-. Luego tendré que volver a hacerlo pero mientras estás en tu forma natural; ya sabes como funciona esto.
-Está bien- dije, suspirando-. ¿Cómo está Napomuceno? Incluso en sueños se culpa a si mismo y detesto eso.
-Mikael ya está tratando eso- dijo Laustin-. Pronto ya estará mejor, aunque mientras te vea llena de algas sanadoras no le va a ayudar mucho.
-Está bien- dije, sonriendo y levanté la mirada a mi vampiro-. ¿Cómo estás?
-Bien- dijo, sonriendo, acariciando mi cabello.
-Me alegro- dije, sonriendo, besando su estómago, que es la parte de su cuerpo más cercana a mis labios.
-Iré a traer algo de comer- dijo Laustin-. Ya regreso.
Ella salió de la habitación y cerré los ojos, abrazando a mi vampiro.
-¿Por qué me pediste que te traiga a esta habitación y no a la nuestra?- preguntó mi vampiro.
-¿Te molesta?- pregunté, algo preocupada.
-Para nada, solo es curiosidad- dijo y suspiré.
-No quiero recordar esto mientras esté en un lugar que me gusta- dije-. Las sirenas no olvidamos las cosas malas de forma rápida y las advertencias se transmiten de generación en generación para evitar los problemas que se solucionan de manera simple. No quiero que si llegamos a tener un hijo, este tome como algo malo nuestra habitación. Prefiero que aquí sea el lugar prohibido.
-Está bien- dijo-. Ese dato no lo sabía, pero es uno bueno.
-Como dicen los humanos, mejor prevenir que curar- dije, sonriendo.
-Así es- dijo, acariciando mi mejilla-. ¿Ellos llegaron a tocarte las branquias?
-No, pero estuvieron cerca- dije, estremeciéndome.
-Ya no estás con ellos- repitió-. Ahora estás conmigo y no me volveré a separar ni para ir a comprarte comida.
-Ya no tengo la maldición pero agradecería que no me dejes sola- dije, con algo de miedo.
Él tomó mi mano y con gran cariño me dio pequeños besos sobre mis uñas, generándome una gran tranquilidad en todo mi cuerpo y una pequeña sonrisa en mi rostro.
-Gracias- dije-. Me has salvado.
-Lo haría las veces necesarias- dijo--. Lo que sea por mi sirenita.
Sonreí y volví a abrazarlo por la cintura.
-Traje la comida- dijo Laustin, entrando a la habitación con una bandeja en mano.
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La Sirena Terrestre.
FantasyEl rey de la zona convocó a sirenas y tritones que estuvieran dispuestos a subir a la superficie para poder ver si hay más zonas habitables más allá de lo que podemos ver. Una sirena madre desesperada, ofrece a su hija y esta va a la zona terrestre...