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-Vamos, di mi nombre- dijo él-. C~o~u~r~y.

Lleva casi un mes intentando que diga su nombre, pero se me hace complicado. Creo que ya llevo cinco meses aquí, pero no me aburro.

-Repite conmigo- dijo, empezando a escribir de su lado de la pecera en forma espejo para que yo vea-. Co...- escribió a la vez que pronuncia-, u... ry. Cody.

Negué con la cabeza divertida.

-Discúlpame un momento- dijo-. Me acaban de llamar.

Me apoyé contra la pecera, para ver como se aleja un poco y desaparece de mi vista.

Busqué mi delfín de juguete y lo abracé. Ya no nada como antes, pero es lindo abrazarlo de todas maneras, es el único abrazo que puedo dar, Cody aún no me da mucha confianza.

Aunque quizás lo mejor sea permitir que se acerque a mi; es quien siempre está conmigo, no creo que vaya a hacerme daño.

Alguien golpeó la pecera y me giré Cody venía con alguien más.

Rápidamente me escondí entre las algas para que nadie me vea.

-Hey, no temas- dijo Cody y asomé mi cabeza-. Quiero presentarte a mi nuevo ayudante. Se llama Hitler.

Vi una melena negra lacia y me acerqué con curiosidad.

Había colocado una mano sobre la pecera y está con los ojos cerrados.

-Ven a saludar- me dijo Cody.

Sus rasgos se me hacen conocidos, casi como si le hubiera visto antes.

Apoyé mi mano contra la suya y abrió los ojos; azules como el mar limpio en donde se refleja el sol.

Un gran dolor de cabeza me atacó, pero lo resistí con tal de no dejar de verle. Separó los dedos e imité su acción.

Cerré un ojo, intentando que deje de doler, pero ni aún así se soluciona.

Ya rendida, me separé y volví a mi esquina de algas.

Volví a ver como ese mismo chico aparece una y otra vez, vi sus ojos mientras el fondo cambiaba, como si estuviera pasando el tiempo. No entendí nada, pero se le veía feliz y su rostro me tranquiliza. "Marina" susurró antes de besarme y abrí los ojos.

Frente a mi estaba este chico, Hitler, que me mira con preocupación. Tiene la piel negra y la máscara que suele utilizar Cody.

Apoyó una de sus manos sobre mi hombro y me lancé sobre él.

-¡Hitler!- gritó Cody, asustado, antes de lanzarse al agua con su piel negra puesta, con su máscara puesta.

Abracé a Hitler, dejando que me abrace también.

No se por qué siento esta gran conexión, pero estoy tranquila a su lado, como cuando estaba con papá.

Cody se acercó y me alejé de ellos, yendo hacia mi esquina para abrazar a mi juguete.

Ambos seres de dos aletas salieron del agua, perdiéndose de mi vista.

-¿Por qué me resulta tan conocido?- le pregunté a mi juguete deseando alguna respuesta.

-No puedo creer que haya dejado que se acerque a ti- dijo la voz de Cody y me giré a ver como viene junto a Hitler, mientras pasan lo que me dijeron que se llama "toalla" por sus cabellos.

Ambos llevan la ropa de antes.

-Quizás sea porque soy de otra dimensión- respondió Hitler.

Me acerqué y se sentaron en sillas frente a mi, con esas tablas raras con cosas blancas finas arriba en donde Cody me mostró que escribe cosas sobre mi.

-Iré a por algo de tomar, ya regreso- dijo Cody, para levantarse y habló antes de irse-. Ustedes sigan hablando.

Estiré mi brazo y le extendí mi juguete a Hitler, quien rió.

-Es muy lindo de tu parte- dijo él-. Pero ese es tuyo.

Apoyé mi mano contra la pecera e imitó mi acción.

Apoyé la otra mano y pegué mi cabeza contra la pecera, viendo como imita mi acción. Dibujé un corazón en la pecera y él sonrió.

-Lamento no presentarme antes- dijo-. Soy Hitler, un gusto.

"Marina" escribí en espejo para que él pueda leer en el idioma que Cody usa.

-Es un placer, Marina- dijo, sonriendo.

-¿Cómo va todo?- preguntó Cody, acercándose con lo que llama "vasos", en sus manos.

Esas cosas son como piedras largas con un agujero en medio que permite almacenar líquidos. Fuera de la pecera no hay agua en todos lados, así que deben mantener el agua en un recipiente o algo para poder tomarla.

Estos seres de dos aletas son raros.

-La pequeña me acaba de decir su nombre- dijo Hitler y Cody puso una mueca de sorpresa.

-¿Cómo se llama?- preguntó, agarrando su tabla.

-Marina- dijo él y sonreí sonrojándome.

Me gusta como suena cuando lo pronuncia.

-Es un placer, Marina- me dijo Cody.

No me gusta como suena en sus labios.

Negué con la cabeza y fui a mi esquina.

-Vamos a dejar que descanses, ¿si?- dijo Cody y me saludó con su mano-. Ya es tu hora de sueño. Buenas noches.

Moví mi mano a la par de ellos y se retiraron de la habitación.

A la igual que todas las noches, apagaron las luces y dejaron apenas una que otra en el exterior, a pesar de que veo perfectamente. Ya he paseado por lugar mucho más oscuros.

Me acurruqué contra la esquina en donde vi que hay una de esas planchas flexibles que usa Cody para cuando duerme.

Me la coloqué encima y sonreí. Es suave.

Me recuerda mucho a los adornos que solía hacerle a papá; siempre buscaba las algas más suaves y brillantes, como es él conmigo, siempre amable e inteligente.

No se dónde estará ahora papá, pero sería lindo que esté aquí conmigo para que vea a ese tritón de dos aletas de características tan bellas. Su cabello no es anaranjado, rojizo o blanco como estoy acostumbrada a ver en mis viajes, tampoco es marrón como el de Cody; su cabello es único y hermoso.

Tuve que haber acariciado su cabello cuando lo tuve cerca mío, se veía hermoso mientras se movía con las ondulaciones del agua.

Quizás, él debe ser mi lazo. Papá siempre dice que el lazo es alguien que sin conocerlo te va a caer muy bien y querrás estar siempre con esa sirena o tritón. 

Sin duda alguna... 

Hitler es mi lazo.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora