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Al despertar todo ocurría como si nunca hubiera aparecido mi hermano.

-¿Cómo están, pequeños?- preguntó America, mientras servía nuestros desayunos.

-¿Y papá?- preguntó Luciano, con sueño.

-Fue a trabajar más temprano- explicó y se sentó a tomar su desayuno-. ¿Pasó algo ayer?

-Una tal "Clawdeen con doble e" me amenazó con "cortar mi aleta" si es que no me casaba con su hijo- rió, para luego seguir hablando en un tono neutro y natural, casi sin preocupaciones-. Y dijo que debemos entregar a Mar al rey para recibir una condena por su agresión.

-Está decidido. Ya eres una hija mía en su totalidad- dijo America, con una sonrisa-. Ni creas que vamos a dejar que te pase algo malo.

-Gracias, pero ante esa mujer no tenemos poder alguno- dije, algo triste.

-¿Acaso esa es la reina del lugar?- preguntó Luciano, sin entender mucho, con la cara manchada con mermelada.

-Peor aún...- dije y suspiré-. Es mi madre biológica.

Se armó un silencio en la sala, era algo incómodo.

-¿Y?- dijo Luciano, aún sin entender-. No por que haya sido tu madre no significa nada.

-En realidad, significa que puede hacer lo que quiera conmigo mientras no rompa ninguna ley impuesta por el rey- aclaré-. Es decir, que ya están viniendo hacia aquí para darme la condena.

-Ya se ha dicho, hoy no vamos a salir de casa- dijo Thanatos con una pequeña sonrisa amable-. Ya no estás sola. No dejaremos que te pase algo malo, somos una familia.

-¡Si!- gritó Luciano.

-Ni lo creas, el niño irá a clases- dijo America-. Pero Thanatos puede quedarse si quiere.

-¡¿Por qué él si y yo no?!- preguntó, con molestia.

-Porque ya cursé la secundaria como tres veces y el que vaya o no no me afecta- respondió, con una sonrisa burlona.

-Bueno, vamos yendo que sino llegamos tarde- dijo America, levantándose de su asiento y su pequeño la imitó.

-Ve, yo junto la mesa- dijo Thanatos y America sonrió.

-Gracias- dijo ella.

Terminaron de cambiarse y se fueron.

-Si pasa algo, me llaman- volvió a decir America, antes de salir.

-No creas que se los dejaré tan fácil si es que van a atacar- dijo, con una sonrisa arrogante-. No soy tan fácil de vencer... ¿Algún dato que deba saber?

-Los guardias de la realeza están entrenados para llegar al estado máximo sin entrar en la locura, a pesar de que no lo suelen hacer para no generar pánico- dije-. Es complicado derrotarles, pero tu estás más acostumbrado a estar en tierra, así que, tenemos la ventaja.

-¿Qué es el "estado máximo"? ¿Por qué conduce a la locura?- preguntó.

-¿Recuerdas cuando mis uñas se tornaron negras?- pregunté y asintió con la cabeza-. Pues el estado máximo es cuando no controlas las emociones; la furia, el enojo, los celos o cualquier emoción fuerte que no se pueda mantener bajo control puede llevar a la locura... A esos individuos se los mata sin compasión, ya que son un peligro para el resto de los marinos.

-Su cultura es más sangrienta que la mía- dijo, divertido.

-Son reglamentos que mantienen todo en paz- dije.

-¿Te has tomado tu bebida mágica?- preguntó, cambiando de tema y negué con la cabeza.

-Quiero poder transformarme a gusto, en caso de que sea necesario batallar en agua- dije.

-Está bien... ¿Quieres hacer algo en especial?- preguntó, levantándose de la mesa.

-Creo que no- dijo y le ayudé.

_-_-_

-¿Y si quemamos una iglesia?- le pregunté.

-No puedes quemar una iglesia- me respondió.

-¿Por qué no podemos quemar una iglesia?- pregunté.

-Porque es un edificio público... Y está hecho con materiales que no se pueden quemar- respondió-. ¿De donde sacaste a la idea?

-De un video- dije-. Aparece en "recomendados".

-Pero no se puede quemar una iglesia- dijo.

-¿Y si lo intentamos?- pregunté.

-No se puede- repitió.

-Seamos los primeros en hacerlo- dije, emocionada.

-Tengo una idea- dijo-. Podrás quemar una iglesia.

Sonreí feliz.

_-_-_

-¡Al fin!- dije y lancé el fósforo, dejando que todo se queme.

-Que en paz descanse la maqueta de la iglesia... Estaba muy linda- dijo y miramos la parrilla, en donde se estaba quemando la iglesia de cartón.

-¿Y qué hacemos con el resto del pueblo?- pregunté, mirando el suelo, en donde hicimos una ciudad junto a la iglesia.

-¿Y si quemamos todo el pueblo?- dijo y sonreí.

-Me gusta tu idea- dije y empezamos a quemar casa por casa.

-¡Levanten las manos y déjenlas en donde veamos!- gritó alguien y miramos a un lado.

Un grupo de tritones salieron del agua, transformando sus colas en piernas ni bien dejaron de tocar el agua.

Entre ellos, estaba mi madre junto a mis seis hermanos.

-Dime que es una broma- dijo Thanatos, enojado.

-¡Mi amor!- gritó Eärendil, lanzándose sobre el vampiro.

-¡Alejen a esa bestia!- gritó Thanatos, con asco, intentando separarse de mi hermano.

Un silbido aguado resonó en mis oídos, haciendo que Eärendil se separe de golpe, para volver junto a mi madre.

-¡¿Qué te he dicho?! ¡Espera a que hable!- gritó ella y los guardias se abrieron paso para que ella camine, agarrada de los hombros por dos guardias para no caer-. Hola nuero, ¿cómo va todo aquí?

-Estábamos bien hasta que aparecieron, la verdad- dijo y reí.

-Querido, no te hagas rogar. El verdadero amor no se encuentra siempre- dijo ella, con una sonrisa coqueta-. Y por favor, entrega a la bastarda. El rey ya declaró su condena.

-¿Cuál es?- pregunté con temor.

-Tendrás que darle a tu prometido los hijos que quieras y tras tener 50 hijos sobrevivientes, serás condenada a muerte- dijo, con una sonrisa.

-¡No pueden obligarme a eso!- grité, enfadada.

-El rey lo dijo- respondió ella, con una sonrisa triunfante.

-No pueden obligarme a tener hijos cuando ni encontré a mis verdaderos amores- me quejé.

-Ya conseguí un prometido para ti. Perdió sus tres amores por lo que ya le da igual- explicó.

-Con todo respeto, me gustaría ver si puedo hacer algo para cambiar la situación- dijo Thanatos, mirando con seriedad.

-Tan solo si contrae matrimonio la condena cambiará- dijo.

-¡Yo quiero casarme con Mar!- gritó una voz infantil, corriendo hacia donde nosotros.

-¿Qué?- dijimos todos, girándonos a ver.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora