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-Que raro verte por aquí- dijo Eärendil-. ¿Viniste por mamá?

-Claro que no- dije, casi riendo.

-¿Él es tu pareja?- me preguntó y sonrió a medias-. Que lindo lazo te tocó. ¿Y el otro?

-Disculpa, pero yo soy su único lazo- dijo Thanatos, medio enfadado.

-Eres apuesto para tener tantos años- dijo Eärendil-. ¿De dónde vienes?

-¿Y tus hermanos?- pregunté, cambiando de tema.

-Pues dentro de un grupo de tiburones o muertos por hambre- dijo-. Soy el único que sobrevivió.

-Lástima por ti- dije-. ¿Clawdeen sigue viva?

-Algo así- dijo-. ¿Quieres ir a visitarla?

Miré a Thanatos, quien asintió algo dudoso.

-No creo que haga mal- dijo.

-Vamos- dije.

-Síganme- dijo Eärendil.

Le seguimos hasta el castillo del rey, en donde entramos por un lado para ir a entrar a la prisión del lugar.

Tras identificarnos, nos dieron pase libre, por lo que entramos y nos guiaron a donde está Clawdeen.

-Aquí está- dijo el tritón guardia, antes de irse.

-Madre- dijo Eärendil-. Vino Marina.

De entre la zona negra de la esquina de la prisión, salió una sirena de piel gris, ojos negros y cabello del mismo tono, lanzándose contra la reja, mostrando dientes con furia.

-Tú...- gruñó-. ¡Me arruinaste!

-En ningún momento te hice ningún hechizo ni nada- dije, divertida.

-Ojalá tu y ese vampiro se pudran- dijo, riendo-. Dime tu dónde está tu vampiro, porque no lo veo en ningún lado- rió más fuerte-. Ya sabría que te iba a abandonar.

-Pues, para tu mala fortuna, está a mi lado- dije, sintiendo como Thanatos me abraza por detrás.

-Eso no es un vampiro, sirena tonta- dijo.

-Lo soy- dijo Thanatos, sonriendo, mostrando los colmillos y ojos rojos.

Clawdeen se alejó espantada, gritando.

-¡Por el rey!- exclamó, horrorizada-. Tienes la desgracia en los ojos.

-Ya cállate sirena desgraciada- dijo un guardia, pasando por la zona-. Una vez que se cumple tu deseo y tu hija aparece, la insultas junto a su lazo tritón.

-Prefiero morir a estar aquí- dijo, empezando a comerse su propio cabello, arrancándose estos.

-Madre, te vas a ahogar en tu cabello- dijo Eärendil, con preocupación.

-Que así sea- dijo ella, como pudo, aún comiendo su propio cabello, hasta que se quedó sin.

Se arrancó las uñas y allí murió, convirtiéndose en espuma.

-Siento mucho que tengas que acompañarme a esto- le dije a Thanatos, mientras salimos de allí.

-No es nada- dijo-. He visto cosas peores.

En la entrada, un tritón nos detuvo.

-El rey solicita verles- dijo él y nos guió por el palacio.

Este lugar sigue igual que siempre; sigue siendo la misma roca perforada en su interior en donde hay diversas habitaciones en donde hay privacidad.

Fuimos hasta la última sala, en donde se encuentra el rey Neptuno.

-Hubieran avisado que venían, así preparábamos un banquete- dijo, sentado en su trono.

-No es necesario- dije, con una pequeña sonrisa.

-Lamento mucho la muerte de su hijo- dijo.

-Disculpa, pero nunca tuve un hijo- dije, algo confundida.

-Oh cierto, lo siento- dijo él, algo avergonzado-. Veo que tu lazo desarrolló aleta. Se te ve bien, vampiro.

-Gracias- dijo Thanatos, tomando mi mano.

-¿Desean quedarse aquí durante su estadía?- preguntó Neptuno-. Tenemos lugares privados de descanso.

-No es necesario- dije-. Estaremos paseando un poco.

-Como deseen- dijo-. Si van a pasar por Bermudas, avisen que vienen en mi nombre.

-Está bien- dije.

-Pueden retirarse- dijo.

Salimos del palacio, siendo escoltados por otro guardia.

-Ven- dije, tomando la mano de mi vampiro tritón para ir a el lugar en donde me gustaba dormir, estando rodeada de un arrecife de coral-. Aquí me gustaba estar con mi padre.

-Es un lindo lugar- dijo, acostándose conmigo en el suelo.

-¿Te puedo hacer una pregunta además de esta?- pregunté y asintió-. ¿A qué se refirió el rey con que tuve un hijo? No recuerdo nada así, pero ahora todo es confuso para mi y cada vez que lo mencionan en mi mente suena el nombre Kaito, pero así se llamaba mi padre.

-No tengo ni idea- dijo, mirando hacia arriba.

Me apoyé sobre su pecho, mirándole.

-¿Seguro?- pregunté-. Quizás tu sabes algo que yo no y necesito tu ayuda para recordar... No creo que pueda olvidar que tuve un hijo así por que si.

-Esperaba que este día nunca llegara- dijo, abrazándome con fuerza.

-¿Osea que si tuvimos un hijo?- pregunté, confundida.

-Así es- dijo-. Se llamaba Kaito Otto Briseida, era mitad vampiro por mi y mitad tritón por ti. Sus ojos eran de un adorable verde con grandes destellos azules, de piel clara como la mía y su cabello era negro con mechas rojizas. Nació de un huevo que tu diste a luz, siendo un tritón con nariz y colmillos, meses después lo sacamos del agua y sus pies aparecieron con cada vez que se secaba. Era bastante sobreprotector contigo, no dejaba que nadie se acerque y le caía mal varias personas que intentaron dañarte; incluso atacó a Catalina aquella vez del restaurante. Te amaba tanto como yo y en varias ocasiones casi te deja sin sangre porque no sabía controlarse- dijo-. Murió en el momento tras que su cuerpo no soportara ser un híbrido; sus lados tritón y vampiro lo dominaban y al no poder controlarse, falleció en un hermoso sueño...

-¿Por qué no lo recuerdo?- pregunté, sin entender.

-A eso del mes de su muerte, tras tres semanas de que nos enteráramos de su estado final, estabas incontrolable; te negabas a comer, a dormir, a nadar, inclusive me negabas mi sangre. Tuvimos que borrarte la memoria tan solo para poder salvarte de tu propia mente- dijo.

-¿Tu y quién más?- pregunté.

-Laustin y Mikael estuvieron supervisando todo- dijo.

-Necesito recordar- afirmé-. Ayúdame a recordar. Por favor.

-Hay una sola palabra que puede ayudarte a recordar- dijo y giró, dejándome debajo suyo.

Me susurró algo que no supe entender en qué idioma está. Mi vista se volvió completamente negra.

-¿Thanos?- pregunté, asustada, intentando verlo.

Sentí sus labios sobre los míos.

-Tranquila, estoy aquí para ti- dijo-. 3, 2, 1... Dulces sueños.

Todo desapareció y en cuanto abrí los ojos estaba en la casa de los reyes vampíricos, donde los hermanos tocan instrumentos y yo empecé a cantar. El final de la canción fue algo que no recuerdo.

De ahí en adelante el resto de mi vida hasta el día que desperté tras que me borraran mis recuerdes, pasó frente a mi, a paso lento, mostrándome cada segundo censurado a la fuerza en mi mente.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora