150

81 11 0
                                    

En cuanto salió el sol Napomuceno a escondidas fue a la habitación en donde se estaba hospedando su familia para dejar una nota avisando que iba a ir al parque acuático, aunque en realidad esto es una mentira.

Y ahora, estamos parados frente a la puerta mágica que nos lleva directo al lugar que es una mezcla de aeropuerto con estación de tren y portales dentro de la ciudad donde residimos actualmente.

Primero pasó Thanatos, luego Napomuceno y al final yo, sin llevar maletas ni nada, ya que no trajimos.

En cuanto estuvimos en la ciudad, pasamos por el mercado para comprar comida y fuimos a nuestro hogar.

Ni bien llegamos a casa, guardamos las compras e hicimos la cena entre todos.

Comimos y Thanatos nos mandó a bañar. Napomuceno al ser tan pequeño no llega a alcanzar las perillas por lo que me ofrecí a ayudarlo.

En cuanto terminó de bañarse, lo enrollé en una toalla como hacía con Kaito y lo tomé en brazos, llevándolo a mi habitación con Thanatos.

-¿Sabes? Me recuerdas a Kaito- dije, mientras le ayudo a secarse el cabello.

-Oh, ¿ya lo recuerdas?- preguntó, con un tono de voz triste-. Lamento mucho lo que le pasó.

-No es tu culpa- dije, sonriendo con cariño-. Pasó lo que tenía que pasar. 

-Así es- dijo.

-Ten, enano- dijo Thanatos, trayéndole ropa a Napomuceno.

Es ropa de bebé, en color blanco, de tela suave.

-Lamento que sea algo tan simple, no conseguí la tela que quería y tuve que aceptar comprar eso mientras llega mi pedido- dijo Thanatos.

-Gracias- dijo Napomuceno.

Salí de la habitación para que se cambie y Thanatos me abrazó por delante.

-¿Pasa algo?- le pregunté-. Te ves cansado.

-Lo siento, estuve corriendo para poder preparar la habitación de Napomuceno mientras se bañaba- dijo-. Tan solo conseguí algo de ropa, pero luego iremos los tres a conseguir el resto.

-Es lindo de tu parte- dije, besándolo por unos segundos.

-La habitación de Kaito ya la acomodé como estuvo antes de que se fuera- dijo-. Tiene todo lo suyo, desde su ropa, hasta los libros que le leía de noche e inclusive su cascarón de nacimiento.

Sonreí, apoyándome en su pecho, agradeciéndole mentalmente.

-Napomuceno se va a quedar en la habitación de al lado por lo que no estará tan lejos nuestro- dijo-. Se que es como un hijo para ti, por lo que también lo será para mi.

-Gracias por dejarlo quedarse- dije-. Se que no te gusta compartirme.

Rió y besó mi frente.

-No te preocupes por eso- dijo-. Él sabe que eres mía; yo te mordí primero.

Sonreí y escuché como la puerta se abre, así que me giré para ver a Napomuceno vestido de bebé, lo cual me dio ternura.

-Me siento como si tuviera un mes de nuevo- dijo él, riendo.

-Vamos a dormir, ¿quieren?- preguntó Thanatos-. Mañana tendremos que hacer muchas compras.

Ayudé a Napomuceno a acostarse en su cama, la cual es algo alta para él. Lo arropé y tras besar su frente, le di las buenas noches.

-Descansa- dije-. Cualquier cosa, ya sabes dónde estoy.

-Buenas noches- dijo él, sonriendo.

Salí de la habitación dejando una pequeña luz encendida a su pedido. Escuché la regadera abierta, por lo que fui al baño, quitándome la ropa con rapidez para sentarme sobre Thanatos, quien está completamente quieto, dejando que el agua se deslice contra su cuerpo.

Lo abracé, asiendo que se sobresalte.

-¿Pasó algo?- dije, viendo su mirada perdida.

-Nada, nada- dijo, abrazándome-. Solo que me sorprendiste.

-¿En qué pensabas?- pregunté.

-¿Recuerdas que puedo comunicarme con las almas?- preguntó y asentí con la cabeza-. Desde que Kaito se fue, puedo sentir débilmente su alma aparecer y desaparecer. Como está tranquilo en el más allá no lo puedo sentir siempre y eso es bueno, significa que no tiene dueño y es libre.

-¿Estabas hablando con él?- pregunté.

-Más bien él estaba hablando conmigo- dijo-. Solo puedo comunicarme con él mientras esté bajo el agua ya que al haber renacido como mitad tritón, este es el único método de comunicación.

-¿Qué te dijo?- pregunté, intrigada.

Él sonrió, apegándome más a su cuerpo.

-Dijo que está contento de que sigas bien y espera que cuides bien de Napomuceno, tanto como con él- dijo-. Nos deseó lo mejor y dijo que te va a estar cuidando siempre, como lo hizo desde tu nacimiento.

-¿Cómo?- pregunté, confundida-. ¿Por qué desde mi nacimiento?

-Él en otra vida fue tu padre- dijo-. Y volvió contigo para acompañarte hasta que se asegure de tu bienestar. Ahora que estás bien, ya puede descansar bien pero aún así te cuida desde el más allá.

-¿Osea que mi hijo es mi padre?- pregunté, por lo que rió.

-Es el mismo alma, pero diferentes personas. Kaito no fue tu padre, fue nuestro hijo- dijo-. No se cómo explicarlo bien, pero no eran las mismas personas.

-Está bien- dije-. ¿Te ayudo a lavarte el cabello?

Sonrió y me pasó el peine, dejando que cepille su largo cabello tras colocarle crema de enjuague.

-¿Me acompañarías a cortarme las puntas?- dijo, llamando mi atención-. Se que dijiste que te gusta como me queda largo pero tengo las puntas destruidas y me gustaría cortarlo un poco.

-Claro- dije, sonriendo-. Sea como sea que lo tengas, corto o largo, lacio o ondulado, castaño o rubio, sigue siendo hermoso porque es parte de ti.

Se giró, abrazándome con cariño.

-Eres sin duda la mejor novia del mundo- dijo, sonriendo.

Terminamos de bañarnos y salimos de debajo del agua. Ayudé a que se termine de secar su cabello y volvimos a la cama.

Lo bueno de ser sirena es que ni bien dejo de tocar el agua, esta resbala de mi cuerpo y quedo seca en instantes.

Él me prestó una remera suya y tras que se cambie, nos acostamos en nuestra cama, durmiéndonos abrazados.

Thanatos fue quien primero se durmió y en cuanto estuve a punto de lograrlo, alguien tocó la punta de mi aleta, por lo que me levanté con cuidado, viendo a Napomuceno.

-¿Puedo dormir con ustedes?- preguntó, en un susurro.

-Ven- dije.

Se acercó a mi y lo levanté con cuidado, dejándolo entre Tahantos y yo, logrando dormirme tras ver al pequeño dormido.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora