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Abrí los ojos de golpe, despertándome completamente, volviendo a mi realidad actual.

-¿Cómo te sientes?- me preguntó mi vampiro, abrazándome estando debajo mío.

-Ahora todo tiene sentido- dije, abrazándole con fuerza-. Gracias... Aún me duele un poco el que ya no está conmigo, pero lo acepto, no fue su momento.

Me abrazó con intensidad, dándome caricias en el cuello.

-Nunca te abandonaré- susurró, besando mi coronilla-. Eso recuérdalo siempre; estaré a tu lado hasta el final de los tiempos.

Sonreí y lo miré a los ojos.

-¿Tienes hambre?- pregunté y negó con la cabeza-. Tus ojos están rojos.

-Llevamos un mes aquí- dijo-. Estuvimos una semana nadando y estuviste otras tres semanas inconsciente, por lo que el hambre me ataca, pero no pienso morderte estando dormida. 

-¿De dónde quieres tomar?- preguntó.

-De tu dedo está bien- dijo.

Tomó mi mano y se llevó a su boca uno de mis dedos, mordiéndolo con cuidado, tomando el par de gotas que sale, para luego sanar la herida pasando su lengua sobre esta y soltó mi dedo.

-Gracias- dijo, ya más tranquilo.

Sonreí y besé su frente.

-¿Sabes? Un beso en la frente significa que nunca abandonarás a esa persona- dijo y me lancé encima, dándole muchos besos en la frente, haciéndole reír-. Sin duda eres la criatura ideal para mi. Te adoro con todo mi ser.

-Te amo- dije, dándole un pequeño beso en los labios.

Tras unos cuentos momentos de besos y caricias, me quedé recostada contra su pecho.

-¿A dónde te gustaría ir hoy?- pregunté-. Tenemos todo el océano.

-¿Qué tal si vamos a Bermudas?- preguntó-. El rey Neptuno lo recomendó. Además de que fui una vez, pero solo a la zona terrestre, sin tocar la parte marina.

-Está bien- dije-. ¿Quieres que vayamos ahora o descansamos un rato y salimos?

-¿Podemos descansar?- preguntó, algo sonrojado.

-Claro- dije, abrazándolo.

-Y si me lo permites, me gustaría dormir un rato... No pegué ojo en ningún momento y mi cuerpo me está cobrando factura- dijo.

-Descansa lo que sea necesario- dije, abrazándole.

Giramos, estando yo debajo de él, con su cabeza sobre mi pecho. En poco, se durmió y me quedé mirándole mientras descansa con tranquilidad.

_-_-_

En cuento despertamos, fuimos a Bermudas.

-¿Cómo haces para saber que estamos yendo a Bermudas y no a cualquier otro lado?- preguntó.

Me encogí de hombros.

-Ni yo lo se, pero se dónde voy- dije.

-¿Para dónde queda casa?- preguntó.

Señalé hacia atrás, inclinando un poco a la izquierda.

-Yo estoy realmente perdido, pero confío en ti- dijo y seguimos nadando.

Por suerte no tuvimos inconvenientes hasta llegar al dichoso lugar, en donde encontramos una especie de hotel submarino donde una ninfa nos atendió, dándonos una habitación intermedia entre el agua y la tierra.

-Esto es genial- dije, estando con la mitad del torso dentro del agua, mientras que Thanatos está completamente fuera, ya seco, estirando sus piernas.

-Extrañaba tener dos extremidades- dijo, moviendo sus pies-. No recordaba tan pequeños mis dedos.

Reí ante sus ocurrencias.

-¿Quieres que subamos a almorzar?- preguntó-. O podemos ir a la zona media, en donde podemos estar bajo el agua sin problema a la vez que puedo estar en mi forma normal.

-Vamos a la media- dije.

Fuimos a dicho lugar, yo nadando y él caminando por el borde de madera.

En cuento entramos al restaurante, es como uno normal, con las mesas sobre el límite del agua y las sillas debajo de esta, quedando las piernas en el agua mientras el resto del cuerpo no.

-Este lugar es fantástico- dije, en cuento trajeron nuestra comida.

-Lo se- dijo, probando un bocado de su comida-. Delicioso como siempre.

-Ni que lo digas- dije, probando mi comida-. Aunque tu sushi es mucho más rico.

-Eso es porque coloco gotas de mi sangre- dijo, revelando el ingrediente secreto-. Por eso te gusta tanto.

-Eso tiene sentido- dije, sonriendo.

Todas las miradas del lugar fueron dirigidas a la entrada, donde los meseros intentan sacar a alguien de aquí, o eso parece ser.

-¿Pero qué?- dijo Thanatos, mirando hacia la puerta, levantándose de su lugar.

-¿Qué pasa?- pregunté.

-Si no se atrofió mi olfato, creo que Napomuceno está cerca- dijo-. Espera aquí.

Se levantó de la mesa y fue a la entrada. Tuve que agudizar mis sentidos para escuchar su conversación pero no fue necesario porque en poco mi vampiro se acercó a la mesa con Napomuceno en brazos.

-¿Qué pasó?- le pregunté, en cuanto mi vampiro se sentó en su lugar, con el pequeño en brazos.

-Ya no soporto estar con ellos- dijo, soltando gotas por los ojos.

-¿Qué sucedió?- le preguntó Thanatos, mientras le acuna en brazos.

-Mamá me exige mucho- dijo-. Me prohibió tomar gota de sangre por una semana. Me duele la pancita, llevo cuatro días así y jamás me había pasado esto.

-¿Quieres de mi sangre?- le ofrecí.

-¡Marina!- exclamó, Napomuceno, sonrojado.

-Es un caso extremo, romperé la ley extraña que tienen y dejaré que tomes de mi sangre- dije-. No quiero que resultes herido.

-Amor, no es necesario eso- dijo Thanatos-. Le daré de mi sangre.

-Pero...- se iba a quejar el pequeño, sin terminar de hablar al tener en su boca el dedo de mi vampiro.

-Bebe lo que necesites- dijo-. Se que la comida no te ayudará por lo que no puedo darte de mi plato, y no pienso dejar que Mar te de sangre, así que, bebe de mi. Toma lo que necesites.

Napomuceno, con gotitas rojas los ojos, empezó a succionar.

Quise acercarme a ellos, pero Thanatos negó con la cabeza, recordándome que es peligroso ya que tiene hambre y puede atacarme.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora