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En cuanto volví a abrir los ojos, Napomuceno ya no estaba y el agua no tiene tantas burbujas, a pesar de que sigue calentito y Thanos sigue abrazándome.

-Hola mi pequeña sirenita- dijo, acariciando mi cabello-. Sigue durmiendo, aún es temprano.

-¿Y Napomuceno?- pregunté.

-Se lo llevó su cuidadora para que le den de comer y luego irá a su cuna- me dijo-. Ahora sigue durmiendo, aún es la mañana. ¿Tienes hambre?

-Un poco- dije-. Aunque creo que tu más.

Sus ojos brillaban en rosado.

-No conviene que te muerda estando en una casa llena de vampiros- dijo-. Cualquiera podría venir y unirse al festín.

-No creo que lo hagan- dije, acomodándome en la pose en la que siempre me muerde, dejando mi clavícula a su disposición-. Come, se que quieres.

Sus manos rodearon el inicio de mi aleta, siguiendo con besos en la zona en la que va a morder, para segundos después clavar sus colmillos, succionando con tranquilidad.

Pensé en lo que me dijo antes de que me duerma; la idea de reproducirme con él suena fascinante. Cuidar a una cría es un momento bello para los padres y para el grupo en general, a pesar de que se trata más que nada en sobrevivir.

Me imaginé como sería su ser; de seguro sería delgado, con cabellos rojizos o negros, pequeñas branquias en su cuello, de ojos de color azul con destellos verdes, con unos hermosos colmillos dignos de ser un vampiro. Si tiene aleta sería algo lindo que sea como la mía pero quizás más rojiza por su ADN vampiresco, aunque no entiendo muy bien como funciona eso. Sea como sea, le querré mucho y se que Nat también lo hará.

Empecé a sentirme débil, mis uñas salieron relucientes. Thanatos se separó de golpe, lamiendo varias veces la herida a pesar de que ya no sangra.

-En serio lo siento- me dijo, con gran preocupación-. Me he excedido.

-Estoy bien- dije, intentando relajarme, aunque me resultó imposible.

-Tus uñas están rojas y tu piel más pálida de lo normal- dijo, abrazándome con delicadeza.

Noté miedo en su voz.

-Estaré bien- dije, abrazándolo.

Él tocó un botón que nunca vi. Segundos después, frente a nosotros se encontraba una mujer vestida de sirvienta, con los ojos vendados.

-Trae sushi, alimento para peces y helado de algas- ordenó-. Lo quiero para ayer.

La chica se fue con la rapidez que llegó.

-Tranquilo- dije-. Soy más fuerte que un mortal, esto no me matará.

-Pero aún así estás débil- dijo-. ¿Puedes transformarte?

-Obvio que puedo- dije e intenté transformarme, sin lograrlo-. No puedo...

-Tranquila- dijo, abrazándome con un poco más de fuerza-. ¿Prefieres quedarte aquí o ir a la cama?

-Aquí está bien- dije.

-Traje su pedido, su alteza- dijo la misma chica de hoy, entrando con un carrito de comida y sus ojos aún vendados.

-Gracias- dijo Thanatos y tras una reverencia, ella se fue.

Thanos agarró los palillos y empezó a darme de comer, a pesar de que insisto que puedo sola.

Tras acabarme el sushi y el pote de comida para peces, me sentí mejor.

-Ya estoy mejor- aseguré.

-¿Segura?- me preguntó y asentí.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora