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Escuché unos golpes y me giré, encontrándome con Napomuceno que estando apoyado sobre una tabla de madera, bajó las escaleras.

-¿Qué hacen?- preguntó el pequeño, caminando hasta mi lado.

-¿Eso es un pedazo de puerta?- preguntó Thanatos.

-Si, de la parte baja de la puerta de mi habitación- dijo y Thanatos se acercó al borde molesto.

Tiré una bolita y él reaccionó con rapidez moviéndose hacia atrás para atraparla, logrando hacer que el vampiro menor ría a carcajadas.

-¿Esto es en serio?- dijo, riendo-. Quién diría que el príncipe de las tinieblas, hijo pacífico de los mayores desgarradores y sádicos vampiros reyes de entre los suyos, estaría haciendo algo así.

-Ya renuncié al título, ahora puedo hacer lo que se me pinte- dijo Thanatos, sonriendo.

Volví a lanzar una bolita y la atrapó.

-¿Puedo probar una de esas bolitas?- preguntó Napomuceno-. Se ven deliciosas.

-Lo siento, pero no- dijo Thanatos.

-¿De qué están hechas?- preguntó el pequeño.

-Lee la tapa- dijo el mayor y le pasé dicho objeto.

Viendo como sus ojos se tornan algo amarillentos.

-Eres un maldito- dijo Napomuceno, antes de caer al suelo inconsciente, con la risa de Thanatos de fondo.

-¿Estás bien?- pregunté, acercándome para alzarlo en brazos.

-Acaba de leer un hechizo para dormir- dijo mi vampiro-. Es de los pocos que se, pero es funcional. Estará así unas seis horas.

-¿Para qué lo usabas tú?- le pregunté, sentándome en el bode del estanque, con el pequeño en brazos.

-En mi época de rebeldía en el castillo, lo solía usar para dormirme y saltear mis deberes- dijo haciendo una mueca fea-. Ya me ha pasado que he atacado a alguien porque mis hermanos dejaban comida tirada por ahí y esa era mi manera de protección.

-Que desagradable- dije, algo asqueada pensando en la situación-. No me imagino cómo debió estar el castillo, todo lleno de pizza en el suelo, helado por todos lados y otras comidas más siendo desperdiciadas.

-Si, si, había pizza por todos lados- dijo, riendo-. Suelta al niño y ven a nadar conmigo.

-Me gustaría, pero me da pena dejarlo aquí solo sobre el suelo- dije.

-Pues déjalo en la mecedora- dijo y sonreí.

Busqué dicho objeto y coloqué al pequeño, para meterme con mi vampiro a nadar.

Nos quedamos en el fondo del estanque, acostados en la profundidad, abrazándonos sin decir nada. Hay veces que no se necesitan palabras para pasar un buen momento; esta es una de esas veces.

Sonreí y me acurruqué contra su pecho.

Si mi padre pudiera ver esto, de seguro estaría orgulloso.

Levanté la mirada para ver a mi vampiro, quien está con los ojos cerrados, sonriendo suavemente.

Acaricié su cabello con cariño, aún sorprendiéndome de que sigue lacio y quieto, casi sin inmutarse por el movimiento del agua.

Besé su mejilla y su sonrisa se ensanchó.

-Mar, ¿sabes?- dijo, interrumpiendo el silencio con su suave voz-. Creo que no somos los mejores para haber adoptado a Napomuceno, pero cada vez que te veo, con esa sonrisa al verle dormir o simplemente el cariño que le pones a todo lo que haces por él, me alegra de que se encuentre con nosotros. Suelo pelear con él solo para tener tu atención pero aún así me gusta verte meciéndolo como si fuera tu cría; me recuerda a los momentos con Kaito, en donde no querías soltarle nunca y no lo dejabas ni para ir a nadar, aunque al final terminabas enferma.

Abrió los ojos y me abrazó.

-Esto de la maternidad te sienta bien- dijo-. No se si es porque eres sirena y estás acostumbrada a estar en grandes grupos en donde todos se ayudan o porqué todos los niños son tan cariñosos contigo, pero me alegra mucho verte bien. Tus ojos brillan de la emoción cada vez que te enteras que hay un bebé y se te ve más viva que nunca.

-¿Sabes?- dije, sonriendo, esta vez siendo yo quien cierro los ojos mientras me abraza-. Realmente nunca estuve en un grupo muy grande; solamente estaba con Clawdeen y mi padre, junto a todos mis hermanos, o bueno, los que fueron sobreviviendo. Dentro de todo, eso se considera como un grupo pequeño y solo había un par de lazo ahí que eran mis padres; nunca vi a mis hermanos con un lazo o a mis hermanas nadar a la par de alguien más. Lo único que se sobre nacimiento de sirenas y bueno, la reproducción y todo eso, es por lo que van contando. Siempre me emocioné al ver sirenas y tritones pequeños por lo indefensos que se ven; me da ganas de salvarlos como siempre hizo mi padre conmigo, y que de esa manera no piensen que nadar solos es malo, porque siempre va a haber alguien que te acompañará aunque sea a la lejanía... Aunque si, adoro sus caritas de inocencia, viendo como duermen sin temores a que un tiburón los coma o a que el rey le agarre un ataque de locura y quiera matar a todos hasta que queden familias pequeñas. Es lindo ver como están tranquilos lejos del peligro pero a la vez con una gran curiosidad de explorar todo- abrí los ojos y miré a mi vampiro, quien tiene la vista fija en mi.

-Al parecer sigues siendo una niña, a mis ojos- dijo-. Tienes una curiosidad que nunca se sacia y es lindo ver la emoción que expresas al conocer algo nuevo, aunque sea solo el nombre de una acción.

-Sigo siendo una niña- me defendí.

-Y lo serás por siempre- dijo, besando mi mejilla-. Me aseguraré de que así sea.

Sonreí y me acosté contra su pecho.

-Ven, vamos arriba; Napomuceno va a despertar pronto y no es bueno que esté mucho solo- dijo Thanatos-. Tengo que ir a reparar la puerta.

Sonreí y subimos juntos. Salí del agua y luego lo ayudé a secarse.

-¿Por qué no vamos a pasear por el centro esta tarde?- propuso Thanatos-. Podemos ir a los juegos esos que tanto te gustaron.

Sonreí y asentí con la cabeza repetidas veces, emocionada.

-Sin duda sigues siendo una niña curiosa que va en busca de emoción y diversión- dijo él, revolviendo mi cabello.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora