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En cuanto desperté, Thanatos está acariciando mi cabello.

-¿Cómo te sientes?- me preguntó-. ¿Ya estás mejor?

Asentí un par de veces y me estiré.

-¿Puedo, ahora si, ir con mi hijito?- pregunté y asintió, riendo.

-¿Quieres que te lleve en brazos?- preguntó y sin esperar mi respuesta, me alzó en brazos.

Entramos a la habitación donde Kaito sigue durmiendo con tranquilidad.

-¿Ves? Sigue cansado... Dejemos que descanse- me dijo, besando mi frente-. Vamos a desayunar y dejamos que duerma un poco más.

Bajamos las escaleras y me dejó sentada en el sofá. Preparó el desayuno y me lo acercó.

-Gracias- dije y le di dos palmadas a el sillón, para que se siente a mi lado, acción que realzó sin dudar-. ¿Quieres desayunar tu también?

Delineé su labio inferior con mi dedo y al segundo, me mordió con la punta de sus colmillos, casi sin hacerme daño. Tomó mi mano con delicadeza y tras darle un beso en la parte frontal de la cara de la mano, mordió mi muñeca con cuidado.

Empecé a desayunar mi rico batido de algas extremadamente dulces, lo cual era rico, no de lo mejor, pero si que estaba bueno.

-¿Le agregaste algo nuevo?- pregunté.

-Una gota de esencia de vainilla- dijo, tras separarse de mi brazo-. Quería prepararte algo nuevo. ¿Te gusta?

-Está bueno- dije, sonriendo-. Gracias.

Le di un pequeño beso y seguimos desayunando.

-Me gusta mucho tu sangre en cuanto consumes algo con algas- dijo, tras que terminamos de desayunar-. Se siente el sabor más fuerte y delicioso.

-Debe de ser porque es un alimento natal que me dio fuerza siempre...- dije.

-Tiene sentido- me dijo.

Sentí otra vez el cosquilleo extraño en mi panza, ni siquiera tuve que verme para comprobar el claro hecho y volví a hacerme una bolita.

-¿Qué pasa?- preguntó él, acariciando mis coloradas mejillas.

Le miré y me estiré de a poco, dejando que me vea.

-¿Quieres hacerlo de nuevo?- preguntó-. No sabía que el celo en una sirena era así.

-Yo tampoco- dije, sonrojada-. ¿Podríamos no hacer nada? Quizás se solucione así...

-Por lo que me explicaron hasta hoy, así no funciona, pero podemos intentarlo- dijo-. ¿Quieres que te lleve a algún lugar? Como la isla Mako o el jacuzzi.

-Isla Mako, por favor- pedí, extendiendo mis brazos hacia él para que me levante.

Riendo, me tomó en brazos y me llevó a mi pequeña zona con agua natural dentro de la casa.

Me sumergí de un salto y él se agachó para verme a la cara a la misma altura.

-Ve a la cocina o a donde quieras, pero no vuelvas por nada, ni aunque te lo suplique... Por favor- dije.

-No creo que sea necesario que te obligues a tanto- dijo-. Puedo ayudarte a solucionarlo.

-No, no... Por favor- supliqué.

-Está bien- dijo y me dio un pequeño beso en la frente.

Estaba por levantarse, pero tomé su mano y le di un beso en los labios, continuándolo de forma apasionada hasta reaccionar y separarme de golpe.

-Vendré luego, ¿está bien?- dijo y asentí.

Empezó a irse de forma lenta, o por lo menos así lo vi yo.

Me sumergí en lo profundo, viendo como todo está muy tranquilo aquí abajo, sin ruidos ni molestias, a pesar de que esto no calmó mi estado. 

-Thanatos...- susurré, sin darme cuenta-. Thanos...

Me hice una bolita, empezando a contar números en mi idioma, en español y en inglés, que me enseñaron en el colegio humano.

Al llegar al cien, empecé a sentir mucho más calor del normal, incluso mis uñas están de un color diferente, como si fuera un lila algo fuerte, con el nombre de mi amado en mi idioma natal.

-Thanos... No vengas por favor...- susurré.

Escuché que tocaron la puerta desde el otro lado del lago.

-Marina, ¿dónde está Thanatos?- me preguntó Laustin.

-En casa- dije-. Pero no le digas que venga.

-Mari, te harás daño si no haces el ritual- dijo mi médica.

-Puedo soportarlo- dije.

Sentí como un brazo me rodea por detrás, una mano tapa mi boca y soy llevada a la superficie.

-Eres mala, Mar- me dijo Thanatos, en cuento me subió al suelo de la isla-. Tienes ese olor tan delicioso, como si me llamara, ¿e intentas alejarme de mi?

Mi vista está algo borrosa, pero puedo ver claramente como está mostrando su lado vampírico, con los colmillos a la vista, los ojos rojos y las uñas un tanto puntiagudas.

-Voy a devorarte, pequeña sirenita- me dijo.

-Espera...- intenté resistirme, pero con el primer beso fue suficiente como para querer continuar.

_-_-_

En cuanto terminamos, me tomó en brazos, para volver a meternos en el agua.

-¿Estás bien?- me preguntó y asentí con algo de cansancio-. Creo que bebí mucha sangre de ti.

Reí suavemente, intentando recordar las muchas veces que perforó mi piel para tan solo ver como cae mi sangre y luego lamer ésta.

-No es nada- dije y lo abracé-. ¿Te molesta si duermo un rato? Me siento algo cansada.

-Está bien, no te preocupes, yo te cuidaré- dijo, besando mi frente.

Me recosté contra su pecho, con todo mi cuerpo hasta las branquias sumergido en el agua.

Cuando estuve a punto de dormirme, otro el cosquilleo extraño regresó y abrí los ojos de golpe, sonrojándome.

Me alejé de mi vampiro, sumergiéndome hasta por debajo de los ojos, para verle.

-¿Otra vez?- preguntó y miré hacia otro lado, avergonzada-. No te preocupes, te ayudaré las veces que sean necesarias.

Estiró su mano, tomando mi brazo y me acercó a él, abrazándome y regalándome un pequeño beso.

-Espera un segundo- dijo, levantándose del pequeño escalón para salir del agua.

-¿Qué vas a hacer?- pregunté, mirándole fijamente a su cuerpo tan perfecto.

-Buscaré algo para que no termines embaraza- dijo.

-No te vayas...- supliqué, tomando su mano.

-Es un segundo- dijo.

Desapareció y al segundo regresó.

-Ahora si- dijo.

Ni bien metió un pie en el agua, lo arrastré conmigo a las profundidades, para completar el ritual, pasándole aire para ciertos momentos.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora