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En cuanto desperté, mi piel ya estaba normal y me sentía bien.

Salí del agua y volví al living, en donde me encontré con los dos vampiros de la casa estando sentados juntos en el sillón, quietos, como si estuvieran dormidos.

Sonreí y me acerqué a ellos, presionándole una mejilla a cada uno, sonriendo.

Napomuceno empezó a reír y ambos abrieron los ojos.

-Idiota, lo arruinaste- le dijo el mayor al menor, riendo.

-Calla- dijo el menor, riendo.

-¿Cómo está la sirena más linda de todas?- dijo Thanatos, tomándome en brazos, apoyándome sobre su regazo.

-Con algo de hambre, pero bien- dije, sonriendo.

-Ven, te preparé sushi- dijo y sonreí.

Fuimos los tres juntos a la cocina para comer.

Thanatos y Napomuceno comieron pan con mermelada y yo mi batido de siempre con algo de sushi.

-Extrañaba este sabor- dije, sonriendo, bebiendo la malteada.

-Solo estuviste dormida tres noches completas- dijo Napomuceno.

-Se nota que gastaste mucho poder- dijo Thanatos-. Tuve que sacarte del agua la segunda noche para darte unas gotas de mi sangre así te curas bien.

-Gracias- dije, sonriendo-. Por cierto, ¿a qué sabe esa mermelada?

-Ni creas que te dejaré que la pruebes- dijo Thanatos, sonriendo-. No es algo que una sirenita tan linda como tú deba saber.

-Es dulce- dijo Napomuceno-. Algo así como hígado de ballena con el sabor de la sangre de un delfín o una foca marina... O quizás más como un...- fue interrumpido por Thanatos quien le metió una cucharada de la mermelada en la boca.

-Mejor te callas- dijo Thanatos.

-Cierto, lo siento- dijo Napomuceno, aún con la cuchara en la boca.

-Nunca me han dejado degustar seres más grandes que yo misma, pero no hay problema con eso- dije, sonriendo-. En el océano, el más astuto es quien gana la batalla y sobrevive.

-Esa es la ley de la naturaleza, ¿verdad?- dijo Napomuceno y asentí-. ¿Puedo hacerte una pregunta?

-La que quieras- dije, agarré uno de los pedacitos de sushi para lanzarlo al aire y atraparlo con mi boca.

-¿Alguna vez comiste a un hermano tuyo?- preguntó y lo miré a los ojos.

Thanatos le pegó al menor.

-Si serás un descarado- dijo el mayor, enfadado.

-Nunca he pasado por esa situación- dije, sonriendo-. Pero mi madre solía comentar que ella vivió en esa situación más de la mitad de su vida.

-¿Sabes qué sabor tiene la aleta de sirena o de tritón?- preguntó.

-Nunca he probado pero dicen que es similar a la de delfín aunque más flexible y algo más blanda- dije-. ¿Tu sabes?

-Yo no he llegado a probarla, pero mis hermanos me dijeron que es como una mezcla de delfín y humano- dijo Napomuceno.

-Tu sangre es de un sabor algo así, mezcla de delfín y humano, pero nunca me atrevería a comer de tu carne- dijo mi vampiro, sonriéndome.

-Por mi no hay problema- dije, devolviéndole la sonrisa.

-No estoy a favor del canibalismo- dijo Thanatos.

-Ni yo- dijo Napomuceno, con una mueca de asco.

-Como quieran- dije, comiendo otro bocado.

En cuanto terminé, me levanté a dejar para lavar la vajilla que usé.

-Marina...- susurró una voz a la lejanía y miré a la ventana de la cocina.

-¿Pasa algo?- preguntó mi vampiro.

-Marina...- volvió a llamarme.

-Mar, ¿qué sucede?- me preguntó mi vampiro.

-Alguien me llama- dije, mirando hacia el horizonte.

-¿Quién?- me preguntó.

-No lo se- dije, sintiendo como me rodea con sus brazos, abrazándome por la cintura.

-¿Qué pasa?- preguntó Napomuceno, sentado en su silla de bebé-. ¿Alguno me puede sacar de aquí?

Sonreí y lo liberé de la silla, dejándolo sobre el sillón.

-¿Podemos ver una película?- preguntó Napomuceno-. Hace mucho no vemos una.

-Claro, no hay problema- dijo Thanatos.

Cerré las cortinas mientras Thanatos coloca una película. Nos acomodamos en el sillón y empezamos a ver la película.

-Canta para que se duerman- dijo la extraña voz, que parece ser que solo yo puedo escucharla.

La ignoré para no preocupar a los vampiros, pero eso no la detuvo.

-Haz que se duerman- dijo-. Ven con nosotros.

_-_-_

En cuanto terminamos de cenar, fuimos a dormir.

En todo el día la voz no paró, pero la he estado ignorando.

Napomuceno no quería dormir solo por miedo a que sus padres regresen, por lo que se quedó en la cama con nosotros.

-Yo quiero dormir al lado de Mari- dijo Napomuceno.

-Yo voy a su lado, niño- dijo Thanatos, pegándome a su pecho.

-Tengo dos lados, ¿saben?- dije, divertida.

Thanatos murmuró algo y Napomuceno se quedó quieto.

-Adoro eso- dijo el mayor, sonriendo.

-Te detesto- dijo el menor, enfadado.

-¿Qué pasa?- pregunté, sin entender.

-El idiota me inmovilizó- dijo el menor, enfadado-. Y no conozco de magia, como para deshacer el hechizo y poder moverme de nuevo.

Thanatos rió y lo tomó en brazos, dejándolo en una pequeña cuna que se conecta con la cama.

-Así estás con nosotros y no me interrumpes- dijo Thanatos, arropándole para luego girarse y abrazarme por la espalda-. No puedes quejarte de nada.

-No me gusta tu espalda- se quejó Napomuceno.

Giré pasando sobre mi pareja, quedando otra vez al medio. Mi vampiro me abrazó por detrás, acariciando mi cabello con una de sus manos.

-Listo, problema resuelto- dije.

-¿Podrías cantar algo?- dijo Napomuceno, desde la cuna-. Por favor.

-Está bien- dije, sonriendo.

Les canté una canción de cuna y ambos vampiros lograron dormirse tranquilos.

-Marina... Ve a la isla...- dijo la misteriosa voz.

Cerré los ojos y lo ignoré, apegándome contra mi vampiro.

-Ve a la isla- repitió.

Me giré, esta vez ocultándome en el pecho de mi vampiro. Estando así, la voz ya no molesta y me siento tranquila.

La Sirena Terrestre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora