1. Muma ha muerto

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 La historia de Muma empezó un lunes cualquiera: ella caminaba por la calle y estaba tan contenta que un silbido alegre se le escapaba de entre los labios. Entonces, comenzó a cruzar un paso de cebras justo cuando el señor del semáforo era rojo y, nada más pisar el primer rectángulo blanco, dicho sujeto se volvió verde. Sucedió lo inevitable: un caminó desbocado atropelló a la desdichada Muma, convirtiéndola en puré de papilla.

Al abrir los ojos, Muma vio que estaba en una sala alargada y blanca: arriba, abajo, izquierda y derecha. Todo era blanco, a excepción de un escritorio color caoba, situado justo en frente de una ventana a través de la cual se veía un gran bosque extendiéndose, perfilado en el horizonte un par de montañas gemelas.

Sobre el escritorio, había un ordenador y por el teclado de este, los dedos de un hombre calvo y de barba blanca se deslizaban con agilidad. Tan concentrado se encontraba en la escritura, que el barbudo no se había dado cuenta de la presencia de Muma: escribía, tecleaba y redactaba, como si esto fuera lo único que sabía hacer.

—¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?! —chilló Muma.

El hombre levantó la mirada de la pantalla de ordenador, por fin se había percatado de la presencia de la mujer. Una sonrisa resplandeciente surgió en su rostro, el barbudo se levantó de la silla y a la máxima velocidad que le permitía su paso patizambo, que la verdad no era demasiado, se acercó a la mujer.

—¡Muma! ¡Por fin has llegado! Mi nombre es Zaltor y soy un dios. Tú eres mi Elegida, la heroína que librará al Reino Palmera de la malvada Señora del terror. ¿No es emocionante? Es un mundo de fantasía, ya verás como te gusta. Oh, sé que suena duro eso de pelearse contra alguien con ese nombre, pero no te preocupes porque te voy a dar un poder genial y...

—Pero que heroína ni que niño muerto, ¡yo no quiero nada de eso! ¡Quiero volver a mi mundo ya! —aulló Muma, con una mirada que echaba puro fuego.

La sonrisa de Zaltor se le desprendió del rostro y se hizo pedazos contra el suelo.

—Bueno... mira... Si matas a la Señora del Terror podrás volver a tu mundo, pero... —dijo con la voz temblorosa.

Muma negó con tanta fuerza que su corto cabello rubio se alborotó.

—¡Ya, pues va a ser que no! —gritó Muma y, sin previo aviso, le propinó una bofetada tan potente que a Zaltor que este salió disparado hacia una pared, estrellándose contra ella —. ¡Devuélveme a mi mundo si no quieres que te siga arreando!

Zaltor tenía la mejilla coloreada de rojo y húmedas lágrimas en los ojos. Lo cual era normal: la gente solía tratarlo con respeto y se podían contarlo con los dedos de la mano los ingratos e ingratas que se habían atrevido a golpearle.

A pesar de que no le gustaba hacerlo, Zaltor sabía que aquella grave ofensa se merecía un castigo ejemplar. Así que se imaginó el cuerpo de Muma explotando en mil pedazos, ¡pero por mucho que pensaba, absolutamente nada pasaba!

—¡¿Por qué no has explotado, mujer inútil?! —aulló el dios.

Muma se crujió los nudillos mientras se acercaba a Zaltor, tenía en su boca una sonrisa terrorífica que hizo temblar a la divinidad.

—Vaya, vaya, vaya... Así que has intentado hacer que mi cuerpo explotase, ¿eh? Eso no es demasiado agradable por tu parte... Creo que te mereces unas buenas cachetadas...

—¡No, no lo hagas! —gimoteó Zaltor.

Con el solo poder de su pensamiento, el dios creó una puerta en la blanca pared por la cual no dudó en escapar, tal y como hacen las ratas que abandonan el barco. Nada más salir, cerró dando un portazo y dejando a Muma con un cabreo bastante grande.

—¡Espera un momento! ¡Devuélveme a mi mundo, so idiota! —aulló Muma y no dudó nada en abrir la puerta y perseguir al hombre de la barba.  

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora