2. El antiguo pergamino de la profecía

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 Muma atravesó la puerta y llegó a un bosque. Nada del otro mundo: árboles, hierba, pájaros, un regato... La rubia no se paró ni un segundo a apreciar la hermosa Madre Naturaleza, estaba demasiado obsesionada con Zaltor. Su misión era encontrarlo, darle unas buenas bofetadas y, si el dios no la devolvía a su dulce hogar, repetir el segundo punto hasta conseguirlo.

—¡¿Dónde estás, viejo idiota?! ¡Devuélveme a mi mundo, pero ya! —clamó Muma.

Entonces, de entre unos matorrales salió un viejo, desgraciadamente no el viejo que Muma buscaba: este era un viejo que no conocía. Lucía una larga barba blanca, vestía con una túnica morada de puntos amarillos, sobre la cabeza un gorro de puntos morados de tela amarilla y, para finalizar el conjunto, unos zapatos morados de cordones amarillos con rayas de color blanco. Por último, cabe destacar que el viejo tenía ojos de rana, nariz de patata y boca de normal.

—¡Oh, bienaventurados sean los dioses! ¡Es la Elegida de la que hablaban las antiguas profecías! ¡Has venido a salvar el Reino Palmera de la malvada villana, la innombrable Señora del Terror! —aullaba el viejo y corría en dirección a Muma y agitaba en la mano un pergamino amarillento.

—¿Qué quieres de mí? —exigió saber Muma.

Tenía la mano medio alzada, por si la bofetada era necesitada.

—¡Soy Gale Pincushion, archimago de la universidad de magia Laperra e investigador de antiguas profecías! ¡Y yo he descifrado el pergamino Horto, que hablaba sobre una joven que vendría de muy lejos para asesinar a la malvada Señora del Terror! ¡Es este pergamino pone que aparecerías justo en este bosque: a esta hora, este día, este mes, este año! —clamaba el archimago Pincushion y restregaba el pergamino contra el rostro de Muma.

La mujer le apartó el pergamino y le preguntó:

—¿Tú sabes cómo puedo volver a la tierra? ¿Tienes un hechizo o algo?

Pincushion acercó tanto su cara a la de Muma que esta pudo apreciar la peste a las cebollas crudas que, minutos antes, se había comida mientras esperaba dentro del matorral que llegara la Elegida. Por alguna razón, el archimago le gritó como si en vez de estar a milímetros, estuviera a kilómetros:

—¡Tienes que matar a la Señora del Terror, Muma! ¡Será un épico combate de luz, fuego destrucción! ¡El mundo puede ser una ruina, no lo podemos permitir! ¡Luz, fuego, destrucción! ¡A nuestros enemigos hay que vencer, luchando hasta el final!

Muma meneó la cabeza alborotando su corto cabello de color rubio paja.

—¡Yo no quiero pelearme contra nadie! ¡Me da igual lo que diga esa profecía de mierda! —rugió un rugido.

Moviéndose por el impulso y no el pensamiento, Muma le arrancó el pergamino de la mano al viejo archimago. Ni corta ni perezosa, se lo metió en la boca, masticó y se lo tragó.

—¡¡El pergamino Horto...!! —bramó el archimago.

Cansada de los chillidos de Pincushion, Muma le pegó tal bofetada que salió volando a vete saber tú qué capítulo de la novela.

—Ahora tengo que encontrar una manera de llegar a casa... —murmuró la mujer rubia.

—¡Ha, eso es lo que te crees tú, Elegida! ¡Lo que te toca es morirte bien muerta! —vociferó una voz femenina, una que escaló por su espalda.

Al darse la vuelta, se encontró con... ¡¡La Señora del Terror!! ¡¡Vestía con un traje de cuero que sacaba a relucir sus encantos femeninos, pero que no servía demasiado para protegerla de espadas, hechizos y balazos!!

Por cierto, Muma se quedó sin respiración al verla. ¿Por qué sería? 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora