133. Preguntas y respuestas

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 Nadría se apresuró a meter la pistola en el agujero que había surgido en medio de su dormitorio y, nada más caer al interior, se cerró con contundencia. Antes de que el pelirrojo tuviera tiempo de pensar sobre lo que había pasado, la trampilla del techo se abrió y el agente de Uno Miau comenzó a bajar por la escalera de mano.

—Buenas noches, ¿tu nombre es Nadría, no es así? —le preguntó y Nadría no podía quitar la vista de aquellos tres tentáculos que le nacían de la cabeza.

A pesar de que ya había visto en varias ocasiones a agentes de Uno, era bien difícil acostumbrarse a su extraña apariencia, a su piel morada, a su todo en general, pues rezumaban extrañeza por los cuatro costados.

—Yo sí soy... quiero decir que sí —contestó Nadría y Miau terminó de bajar las escaleras y se lo quedó mirando con una gran sonrisa en la cara.

—¿Sabes lo que sucederá aquí dentro de dos días? —preguntó, al cabo de unos largos segundos de silencio, el agente de Uno.

Nadría pensó sobre la respuesta, él no debería saber que la reina pretendía visitar el Restaurante Errante porque había obtenido la información a escondidas, escuchando conversaciones no habladas para sus oídos. De todas formas, mentir era complicado y es fácil armarse un lío con ellas, se te enredan en la lengua haciendo que sea más fácil tropezar y cometer un error abismal, de los que hacen que termines en uno de esos Campos de Reeducación tan horrendos.

—La reina. Es que... escuché a escondidas sin querer como el señor Ooh hablaba sobre el tema. No pretendía hacerlo —dijo Nadría, bajando la mirada, sintiéndose bastante incómodo ante el tercer ojo de Miau que le nacía en plena frente.

—Interesante... Entraste a trabajar hace poco, ¿tiene eso algo que ver con esa conversación que no debiste de escuchar? —preguntó Miau.

Un estremecimiento glacial recorrió la espalda de Nadría, sentí que aquellas preguntas no tenían nada de inocencia, que eran como dardos siendo lanzados con precisión a una diana. Y en el centro se encontraba su culpabilidad, su anterior deseo de acribillar a balazos a la reina.

—Sí, se podría decir que sí —dijo Nadría, no quería recurrir a la mentira: la gente de la calle comentaba que el tercero ojo de los agentes de Uno servían para ver el alma de la gente, para descubrir en sus vibraciones si lo que se decía era mentira o verdad.

—Interesante... —decía Miau y entonces comenzó a caminar por la habitación, no de una manera normal, sino que el segundo paso lo pegaba con fuerza y a Nadría eso lo confundió, no sabía por qué lo hacía —. ¿Te importa que registre la habitación?

—No, puedes mirar dónde quieras —dijo Nadría.

Pero, en vez de revisar los cajones y el armario, Miau dijo: gracias, es todo lo que necesitaba saber, y se marchó de la habitación.

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora