17. Las margaritas

17 6 25
                                    

 Muma y Nuna se adentraron en aquel bosque, formado por hileras de árboles cuyo nombre ambas desconocían. Gruesos troncos de madera clara en donde se dibujaban líneas zigzagueantes y que terminaban en explosiones de grandes hojas caídas.

Y humedad, mucha humedad, tanta humedad que al cabo de unos minutos Muma y Nuna sudaban a la gota gorda. Pero eso no significaba que iban a dar media vuelta: continuaba adelante, alegres, con el silbido en la boca y la aventura en la mirada.

De pronto, los árboles se apartaron para dejar visión de un claro iluminado en un melancólico abandono. Tibias ruinas de tiempos antiguos, tan gastadas por la edad que apenas eran murallas conquistas por las plantas.

—Aquí hace frío... —murmuró Nuna.

A pesar de que brillaba el sol, no daba ni una pizca de calor.

—¿Qué es aquello? —preguntó Muma, señalando algo que se levantaba en medio de las ruinas.

Un pedestal, también una ruina y las plantas corredoras escalaban por su columna e intentaban alcanzar la cumbre. Fracasaban, se quedaban a medio camino.

—¿Hummm...? Parece que hay algo encima... —dijo Nuna y ambas, curiosas como gatos, se acercaron.

A cada paso, el frío aumentaba y al estar al lado se dieron cuenta de lo que había encima del pedestal: dos coronas de margaritas. Muma chasqueó la lengua y dijo:

—Pensé que iba a ser algo valioso, pero esto... Supongo que lo debió de haber dejado algún niño... —dijo Muma.

Aunque si lo pensaba medio bien, la isla parecía abandonada y desde se despertó en la orilla de la playa no había visto ni una margarita.

—¡Muma, pero puede ser algo valioso de verdad! —vociferó NUna tirándole del brazo.

—Ya, solo son dos coronas cutres...

—Pero tú no sabes que en este mundo hay objetos que parecen normales, pero luego va y resulta que tiene poderes mágicos. ¡Como unas botas que te las pones y vueltas o unas gafas con las que puedes ver a través de las cosas! ¡Se les llaman Reliquias y estas dos coronas pueden serlo! —clamó Nuna.

—Poderes mágicos... ¡Pues creo que lo mejor sea que nos la pongamos! —exclamó, de nuevo con la aventura chispeando en la mirada.

—Pero... pero... también pueden tener efectos chungos... —dijo Nuna, mordiéndose el labio inferior.

—Nunca lo sabremos si no lo probamos, ¡además tenemos la suerte de nuestro lado, Nunita! ¿Qué dices, te animas a probar las coronas? —preguntó Muma, con una gran sonrisa en la cara y eso fue irresistible para Nuna, asintió con la cabeza cogiendo una de las coronas, mientras Muma cogía la otra.

—Pero, pero... creo que estaría guay que tú me pusieras la corona que tienes en la mano y yo la que tengo en mis manos, ¿eh? —dijo Nuna.

—¿Por...? —preguntó Muma.

A Nuna le parecía medio romántico, pero no quiso decirlo porque esas cosas le daban un poco de vergüenza.

—No sé, creo que estaría guay... 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora