Muma y Nuna se acercaron a Tunante con la preocupación derrapando en sus rostros e incluso corrieron por la arena hasta quedarse en frente al hueco en dónde la tortuhogar esconde su linda cabezota.
—¿Crees que estará bien, Muma? —preguntó Nuna, con los ojos llenos de lágrimas.
No era solo porque la caía bien Tunante, sino porque de estar muerta se quedarían sin la libertad de ir a dónde quisieran cuándo quisieran.
—Pues espero que sí... —dijo Muma, mirando al espacio oscuro del caparazón.
—¡Colega, no estés muerto! ¡Sal de ahí ahora! —chilló Nuna y le dio un golpe al caparazón de la tortuhogar y, al hacer eso se ganó una mirada de desaprobación de Muma.
—¡Nuna, carajo bendito! ¡No le pegues a Tunante!
La susodicha se quedó con la boca abierta, ¿acaso no había sido la mismísima Muma la cual le había cruzado la cara mediante dos bofetadas bien contundentes no hacía ni cinco minutos?
—Es... caparazón... no creo que ni lo sienta... ¿No...? —preguntó Nuna.
—¿Acaso eres bióloga, Nuna? —preguntó con dureza Muma y la antigua Señora del Terror negó lentamente —. ¡Ya me lo imaginaba! No podemos esperar a que Tunante salga mediante los palos, tenemos que utilizar otros métodos... cómo... no sé... ¿Y si le damos besos al caparazón? ¿Tú crees que eso funcionará?
—¡Y yo qué sé, Muma! —aúllo Nuna, levantando los brazos al cielo.
—¡No se pierde nada por probar! —clamó Muma y comenzó a darle pequeños besos de petirrojo al caparazón: sabía a mar, no era desagradable del todo, pero le dio un poco sed.
Nuna la imitó y también comenzó a darle besos al caparazón y, al cabo de unos minutos, Tunante asomó la cabeza, pestañeó confuso ante aquellas dos humanas que le daban besos en el caparazón.
—¡Funcionó, Tunante estás vivo y estás fuera! —chilló Muma dándole un abrazo a la gran cabeza de la tortuhogar.
—¡Qué bien, no nos hemos quedado sin nuestro barco tortuga! —gritó Nuna, a pesar de que Tunante de barco tenía poco, pero de tortuga mucho, y también le abrazó la cabeza.
¡Las cosas que podría decir Tunante sobre aquella situación! Desafortunadamente, carecía tanto de las ganas como de la capacidad de hablar, así que se limitó a aceptar aquellos abrazos de esas dos peculiares inquilinas que habían tomado a la fuerza la casa de su caparazón.
—¿Qué te parece, colega? ¿Estás preparado para un nuevo viaje? —preguntó Muma señalando el mar.
Tunante siguió la dirección marcada por el dedo hasta fijarse en el vasto mar. De inmediato, imágenes de la terrible tormenta que había caído sobre su espalada relampaguearon por su mente y no tardó ni un segundo en volver a ocultar la cabeza en el interior del caparazón y comenzar a temblar.
—Me parece a mí que es un poco cobarde... —dijo Nuna.
Muma se encogió de hombros y le contestó:
—Puede ser, de todas formas no importa. Tenemos una isla que explorar, ¡vamos a ver qué aventuras nos encontramos por aquí!
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...