92. El cuartel general de la revolución

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 El sol había caminado hasta llegar al mediodía y las nubes habían conquistado gran parte del azul contagiando la ciudad de los colores de tristes tonos grises. Amenazaba con lluvia, un futuro bastante probable.

Las tres mujeres caminaban en silencio, centradas cada una en sus propios problemas. Naida se encontraba un poco preocupada por el hecho de que iba a juntarse con una panda de terroristas, pensaba que si averiguaban que ella era la princesa del reino la utilizarían como rehén en contra de su madre, la Reina Multicolor.

Sería injusto que después de haber escapado de las opresivas paredes del Castillo Paleta, acabase encerrada de nuevo y de esta vez en una jaula que no sería tan bonita. Se mordía la uña del dedo gordo y rezaba para que su lengua no tropezase expulsando el secreto.

Por otra parte, Muma se encontraba deprimida: no creía que juntarse con una pandilla de terroristas le fuera a ayudar en su misión de encontrar a Serren, la bruja que resultó que también era reina. Minuto a minuto, el objetivo se alejaba y cada vez veía más difícil conseguir que la pobre Nunanejo volviera a ser una preciosa mujer humana.

¿Y en qué pensaba Micaela? Quién sabe lo que sucedía en el interior de su cabecita rosada, quizás sueños de revolución que se desarrollaban a ritmo de estallido de chicle. Ella mascaba, mascaba y no dejaba de mascar, el sonido de sus dientes trabajando la masa rosa resultaba un poco molesto.

La ciudad colorida fue perdiendo poco a poco su color y eso no se debía solo a que las nubes comenzaban a ocultar el sol. Los edificios fueron cambiando poco a poco y el lujo anterior fue dando paso poco a poco a tonos más humildes de construcciones menos ricas.

La zona rica de la ciudad fue quedando atrás poco a poco y a medida que sucedía, las túnicas naranjas, amarillas y rojos fueron haciéndose cada vez menos visibles. Por dónde caminaban, eran más abundantes las violetas, índigos y también algún que otro verde. Las calles por donde caminaban eran tan diferentes de la otra zona que casi parecía una ciudad diferente.

Micaela se metió por una callejuela retorcida que terminaba en unas escaleras que llegaban hasta una puerta. Ella se quedó en la cumbre, con una sonrisa satisfecha en el rostro.

—Ya hemos llegado, chicas —dijo.

—¿A dónde...? —preguntó Naida, no le gustaba demasiado aquel lugar: era húmedo, sucio, oscuro, feo... no tenía ni idea de que había lugares de ese calibre en la ciudad de Acudid.

—¿A dónde va a ser? Se podría decir que este es el cuartel general de la revolución —comentó y ni Muma ni Naida se mostraron demasiado impresionadas por esa afirmación.

—No creo que vayáis a tener demasiada suerte tirando abajo la monarquía —opinó Muma, rascando la cabecita de Nunanejo que asomaba curiosa por la boca de la bolsa.

—Eso ya lo veremos... Vamos, os presentaré al resto del grupo —dijo Micaela bajando las escaleras. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora