162. ¡Al fin Nunanejo volverá a ser humana!

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 Muma cogió a Nunanejo y la levantó en dirección a Nadia y dijo con una voz radiante de felicidad, bien acompañada por una gran sonrisa, que no podía ser de otra manera.

—¡Quiero que tu madre use sus poderes para devolver a Nunanejo su forma humana!

De inmediato, la sonrisa en la cara de Naida se desvaneció por pura mueca de consternación. Pensaba que quizás aquello era una broma, pero no le encontraba la gracia y no se la encontraría ni aunque se pasase la tarde meditando sobre la supuesta broma.

—¿Perdón...?

—Tú madre es una bruja, ¿no? Por eso es conocida como la bruja Serren. Pues me dijeron que ella podía utilizar sus poderes brujerescos para devolverme a mi amada Nuna su cuerpo humano. Es lo único que pido, ni más ni menos —dijo Muma, con la absoluta seguridad de que su deseo iba a ser cumplido en menos de lo que canta un gallo.

Una risita nervios, que no parecía demasiada digna para ser soltada por una princesa, escapó de los labios de Naida.

—Sí... a mi madre se le conoce como la bruja, pero no... no precisamente por sus poderes mágicos. Es decir, ella no tiene nada de eso... y ni en mil años sería capaz de hacer que tu conejo fuera una mujer... Lo siento... —dijo la princesa, ante una confundida Muma.

—¿Pero qué me estás contando, Naida?

—Es que se dice de mi madre que en ocasiones es un poco estricta... y por eso se le comenzó a llamar la bruja. Solo por eso, ella no tiene poderes mágicos... ni yo tampoco. No creo que haya nadie en todo este reino que sea capaz de hacer que tu conejo sea una mujer —explicó Muma, ella se negaba a creer, pero eso era una pelea perdida y pronto sentía los negros tentáculos de la realidad hurgando entre sus neuronas.

—Así que básicamente he perdido el tiempo en esta ciudad... —murmuró, pensando en aquella larga semana en la que estuvo a punto de morir en más de una ocasión.

—Salvaste a mi madre —dijo Naida.

Muma tuvo que morderse la lengua para no responderle de mala manera, tampoco es que quisiera enemistarse con la monarquía de aquella ciudad. Frunció el ceño, intentando recordar quien fue la miserable que le contó la trola sobre la tal Serren.

—La estúpida emperatriz de los dholorianos... ¡Mhala Shora! Será zorra a tía esa... ¡¿Pero por qué?! ¡¿Por qué me tuvo que enviar a esta isla de mierda?! —rugió, aguantándose las ganas de llorar a lágrima viva.

—Eh, que tan malo el sitio no es —comentó Naida, poco ofendida.

De nuevo, Muma se tuvo que morder la lengua. En cuanto pudiera, volvería al Restaurante errante y le hablaría, a gritos, con Butfais para que le explicase la razón de que su odiosa emperatriz la hubiera mandado a Acudid. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora