Ambrosía era de ojos caídos y plácida sonrisa, tranquila y perezosa, cual gato tumbado al sol, negándose a moverse ni siquiera un milímetro. Los beso de la bruja dejaron toque suave en las mejillas y Muma se vio envuelta por aroma floral.
—Muma, ¿eh? Me gusta el nombre... ¿Y se puede saber a qué has venido a nuestra pequeña isla? —preguntó Ambrosía y Muma suspiró, explicar todo de nuevo resultaba un poco cansado.
—¿Eres tú la experta en Seren?
Ambrosía lanzó una corta risa, luego negó con la cabeza con suavidad, que era como lo hacía todo ella. Nunca brusca, nunca rápida, nunca indecisa, siempre se movía con lentitud, pero con una dirección fija.
—¿La pobre bruja que está clavada en un árbol? No, no soy experta en esa clase de cosas... lo mío es diferente, me gustan las pociones. Las que saben bien, las producen efectos divertidos, esa clase de brebajes, ¿te gustaría probar una? —preguntó la bruja Ambrosía, pestañeando en un aleteo de sus largas pestañas.
—Ahora no tenemos tiempo para tus bebidas, Ambrosía —intervino Alberta, para alivio de Muma que, aunque interés tenía, lo primero era lo primero: intentar que Nunanejo volviera a ser una persona —. Nos vemos luego.
—Eso espero —dijo Ambrosía, lanzándole un guiño a Muma y, al momento, dándose la vuelta para volver al interior de su casa seta.
De nuevo, comenzaron a caminar adentrándose más y más en la isla. La vegetación abundaba como si estuvieran caminando por un bosque, pero entre árbol y árbol se podía ver a veces algunas construcciones. Había una extraña casa que se levantaba por encima de sus cabezas y la base eran dos grandes patas de gallina esculpidas en madera y otra era como si estuviera hecha de dulces, chocolate y caramelo. De esta manera, ninguna de las casas llevaba un estilo unificado, sino que más bien se habían construido siguiendo el capricho de su habitantes, lo que le daba un toque ecléctico al pueblo, si es que se le podía llamar de aquella manera.
Pronto se quedaron en la puerta de otra extraña edificación: esta tenía forma de pirámide, de color dorado y con una gran cantidad de ventanas horadando la fachada. Se levantaba con poderío por encima de las copas de las árboles y, en la cumbre, se erguía una veleta con la forma de un dragón.
—Es aquí donde vive la experta, Adriana —dijo Alberta acercándose a la puerta, ayudándose del bastón para caminar.
—¿Tú crees que habrá alguna oportunidad de salvarla...? —preguntó Muma, esperanzada y desesperanzada al mismo tiempo.
—Sinceramente, lo veo difícil... El hecho de que esté clavada proviene de una maldición bastante fuerte y esa no es una magia que nosotras practicamos —explicó la bruja, escuchar tales palabras desanimó a Muma.
—¿Por qué todo tiene que ser tan complicado...? —murmuró y le pegó una patada al caminito que llevaba a la puerta de la pirámide.
—No pierdas la esperanza, pues los milagros existen.
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...