103. La derrota de Muma

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—¿Un restaurante sobre una tortuga? —repite Muma y observó a Nadría con los ojos entrecerrados, el sujeto ese tenía una cara vivaz y sencilla, la cual no parecía ser capaz de esconder ninguna mentira —. ¿No se llamará el Restaurante Errante?

Nadría asiente con la cabeza, sonríe de forma abierta y le contesta:

—¿Has estado allí? ¡Tiene una cerveza muy buena! Tenemos que ir... No solo para divertirnos... —Y al decir esto, su expresión se torna solemne —. Sino también porque creo de todo corazón que será de vital importancia para nuestra misión de derrocar a la sucia monarquía y toda la familia de parásitos que no hacen otra cosa que chuparnos la sangre.

Al escuchar esto, Nadia se muerde el dedo gordo de la mano, pero nadie se da cuenta de su nerviosismo latente porque Muma, al escuchar las palabras de Nadría, lanzó una fuerte carcajada y se levantó de la silla.

—¡Ese es mi restaurante! No tenía ni idea que estuviera abierto, supongo que esos dos se estarían aburriendo y... ¡Pero es genial! Desde luego, yo también voy... ¡Una noche de fiesta es justo lo que necesito! —gritó feliz, exultante, radiante, la rubia Muma, pero esa feliz pura chocó contra el muro impenetrable del serio rostro de Micaela, quién no tuvo ningún problema en destrozar las ilusiones de la boca hipopótamo al soltarle en medio el jolgorio la siguiente granada:

—Tú te quedas aquí.

Atónita a más no poder, Muma se enfrentó a la pelo rosa y su mano tembló con absolutas ganas de lanzarle una bofetada en toda la cara.

—¡No, estoy cansada de que me vengas diciendo lo que tengo qué hacer! Mira, muchas gracias por salvarme antes, pero ya basta, ¿me escuchas? ¡Ya basta! ¡Estoy hasta los ovarios de vuestra revolución del carajo! No quiero tener nada que ver con todo esto, yo me voy, me voy y ya está... No vine para esta isla para meterme en esta clase de problemas y, por mucho que no me gusten las monarquías, esta no es mi lucha... ¡Y nunca lo será! —chilló Muma y le proporcionó un fuerte golpe a la mesa, quebrando el ambiente en un silencio de tensos segundos en que todas las miradas cayeron sobre ella y temió haber cometido un error, pero lo haría de nuevo, hundiría los pies hasta el fondo y nunca dejaría de reírse.

—No quiero que haya malos rollos entre nosotras, Muma... —comenzó a decir Micaela, en sus ojos brillaban un peligro de tonos afilados que hicieron temblar a la boca hipopótamo —. Pero la cosa es que creo que tú me serás útil y utilizaré cualquier herramienta para conseguir mi objetivo... y ese restaurante me interesa.

Muma tragó saliva, se encontraba rodeada por los agentes enemigos de una facción que creía amiga, pero en esos segundos veía como se volvían en su contra. Incluso Naida parecía estar de parte de los revolucionarios y eso le parecía de lo más absurdo.

—Está bien... —musitó Muma, sentándose de nuevo.  

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora