27. El corazón carmesí

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 ¡La mano cayó sobre la cabecita de Nuna! Muma lanzó un grito ahogado y se tapó la cara con las manos entretanto la pistola que sostenía Ooh se le resbaló y chocó contra el suelo.

Pero antes de que aquellos largos dedos de monstruo, terminados en uñas de un peligroso afilado y de un color tan negro como la noche sin luna, tuvieran la oportunidad de tocar las coletas de Nuna, sonó un chisporroteo que terminó en un estallido acompañado de un grito de dolor de una voz ronca que no pertenecía a la morena.

Allí dónde antes estaba la mano de la criatura peluda, ahora solo había un muñón destrozado. Lo que había sucedido fue que, alrededor de la cabeza de Nuna, habían surgido unos rayos blancos que atacaron al monstruo haciendo que perdiera la garra.

—¿Eeehhh...? —dijo Nuna, sin enterarse de lo sucedido, a pesar de haberlo visto su cerebro fue incapaz de procesarlo. ¿No debería estar muerta? Eso pensaba ella.

El monstruo gritaba de furia y dolor. No se dejó acobardar por una mano perdida y lanzó la que le quedaba directa a la pobre Nuna. El resultado fue lo mismo: la mano le estalló como si fuera un niño que, en juego de valentía, agarró el petardo durante demasiado tiempo.

Con ambas manos perdidas, la criatura comprendió que pelearse contra Nuna no era buena idea así que decidió huir. Además, y pese a la gravedad de las heridas, si te fijabas podías darte cuenta de que las manos le volvían a crecer.

Dio unos pasos al exterior y se pegó un golpe contra el edificio de delante, pues estaba un poco afectada por la pérdida de las manos. No pudo evitar derrumbarse en el suelo y quedarse con sus dos grandes ojos mirando el cielo.

Pese a los golpes recibidos, ella no pensaba que moriría. No le daba la sensación de que aquellas tres personas fueran peligrosas, lo de los rayos solo fue un golpe de buena suerte.

Pero al girar la cabeza hacia la heladería, vio al viejo corriendo en su dirección y en el rostro brillaba una furiosa decisión. Llevaba en la mano un guante metálico que terminaba en unas afiladas garras.

El monstruo lanzó un aullido tremendo, uno con el que esperaba aterrorizar al viejo. ¡Pero no surtió ningún efecto, Ooh continuaba corriendo hacia ella y el monstruo se dio cuenta de que huir era imposible!

La garra metálica se le hundió en el pecho, agarró el corazón de la criatura y, con un fuerte movimiento, se lo arrancó del pecho. Fue doloroso para ella ver su órgano en la mano del viejo: tenía la forma de una gema de color carmesí, de bordes irregulares.

—¿Por qué a mí...? Yo antes era humana... ellos me obligaron a convertirme en un monstruo... ¿Por qué no los matáis a ellos...? —gimió la criatura.

 —Una cosa no quita a la otra —dijo Ooh y apretó la mano, destrozando el corazón gema y matando inmediatamente al monstruo.

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora