De entre las sombras surgió un hombre que superaba con creces la altura de Naida y Somat. Se movía como un fantasma, como si no perteneciera al mundo real sino al de las pesadillas. Vestía con una túnica de un negro impoluto que se mezclaba con la oscuridad reinante de la ciudad y era hombre de miembros alargados, brazos y piernas que asemejaban ser de esqueleto, de araña.
El cabello lo llevaba corto, de un rubio tan intenso que casi se convertía en blanco, en plateado, en un rostro alargado y cuyos ojos, que ahora se hundían en la oscuridad, eran de azul inquietante, extraño, de una manera que parecía pertenecer a una criatura que no era de este mundo, de una raza mágica, extinta, siniestra...
—Princesa... —murmuró Somat, mirando a Naida, confuso, intentando comprender algo importante que por el momento se le escapaba. Quizás no quería hacerlo, no quería creer en esa verdad que se abalanzaban sobre él porque significaba traición.
—Tu madre está muy preocupada por ti —dijo el hombre alto, en su rostro se dibuja una expresión seria, que caía hacia una amargura mascada mil veces, una cara en que parecía imposible que surgiera una sonrisa, ni siquiera el amago de una.
—Euliaro... —murmuró Naida, su cara se cayó una palidez más grande que la anterior, dio un paso atrás y en ella nacieron las ganas de correr, de escapar de aquella persona perteneciente a la guardia personal de la reina.
—¿Princesa...? —preguntó Somat, mirando con la expresión rota a Naida mientras mil ideas nocivas cruzaba su mente, se sintió traicionado por la idea de que ella se había aprovechado de su buena fe, se había burlado de él, despreciándolo por ser un túnica Violeta... eran pensamientos que se cruzaban rápidos, inconscientes, dolorosos.
Creía haber encontrado algo importante, pero al final solo era mentira.
Ahí fue cuando Somat murió, sintió un dolor agudo en el cuello al ser rasgado por una espada que había aparecido en la mano de aquel sujeto llamado Euliaro. Escuchó gritos, no eran los suyo porque tanto su boca como su garganta estaban llenos de una sangre que lo ahogaba, que le arrebataba la vida de una forma cruel, inesperada...
Los gritos de Naida fueron lo último que Somat escuchó en la vida mientras se hundía en un pozo de oscuridad. Pensamientos rabiosos provocados por una derrota tan fácil, por no haber podido haber luchado un poco más, por no ser capaz de ver la revolución que creía que pronto llegaría.
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...