160. El final del pintor

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Soalfón le clavó el cuchillo a Muma y eso no le gustó nada a Nadría, odiaba a la gente que les hacía daño a las mujeres. Fue en este momento cuando se dio cuenta de que él pretendía hacer exactamente lo mismo: matar a la reina, pues ella, al fin y al cabo, era una mujer en el sentido estricto de la palabra.

Eso horrorizó a Nadría, ¡él no quería ser conocido como asesinado de mujeres, sino como amante bello y compasivo! Así pues, todas las ideas esas que tenía sobre ser un héroe y un villano se fueron a tomar viento fresco. Además, en esos momentos la reina no dejaba de ser una víctima más.

El cuerpo de Muma cayó al suelo y sangraba feamente por la herida del estómago, el conejo negro que siempre iba con ella se le acercaba mucho al rostro y temblaba un montón. Repugnancia pura era lo que sentía Nadría, tanto que estaba a punto de vomitar y, de ninguna manera, podría perdonar a Soalfón tal forma de actuar.

No le importó nada la muerte del hombre rana, aunque sí le impresionó bastante ver cómo moría, pero el acuchillamiento de Muma fue otra cosa. Y ahora el pintor del fracaso miraba con ojos desquiciados a Serren mientras los inútiles de los azules ni Miau hacía nada.

Levantó la pistola, la misma arma con la cual pretendía matar a la reina, aunque su nuevo objetivo era Soalfón. Sin apuntar ni nada, apretó el gatillo justo en el momento en que, lanzando otro muere zorra, Soalfón se lanzaba sobre la reina, encogida de puro terror ante el espectáculo de sangre y muerte.

Apretó el gatillo, una y otra vez, y no falló ninguno de los tiros. Las balas se incrustaron en la espalda de Soalfón formando circulitos de color rojo. Al momento, sus pasos se hicieron más cortos, levantó la mano al cielo y el cuchillo asesino se le resbaló de los dedos.

—¡Au! —Eso fue lo último que dijo el pintor antes de derrumbarse en el suelo, ya sin vida, ya convertido en triste cadáver de homicida. ¡Desdichado hombre digno de lástima, que intentó labrarse con su ambición un camino a la fama artística, pero acabó hundiéndose en la vil infamia!

De pronto, todo se puso en movimiento: los azules se apresuraron a ponerse alrededor de la reina, con miedo de que escondidos en aquel bar se ocultaron más pintores cuyo poco talento y extrema ambición los condujeron a una locura homicida, aunque era ya acciones inútiles, porque ya nadie tenía ganas de sangre en aquel local.

Miau se sentía mal, inútil e indigno de ser un agente de Uno. Había fracasado estrepitosamente en su labor de proteger a la reina y, por su culpa, habían muerto dos personas. Por lo menos, aunque no servía de mucho consuelo, la reina continuaba viva y, lo cual era cierto, eso era lo más importante. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora