73. Las calles de Acudid

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Muma y Naida caminaban por las coloridas calles de Acudid y no podía hacer un mejor día para dar un paseo: el cielo relucía con su tranquilidad de color azul y los rayos del sol caían sobre el animado escenario de una ciudad en plena actividad.

Muma llevaba en su gran boca una sonrisa incluso más grande: le gustaba aquella ciudad. Era mejor que el Reino Playero, allí casi la cuelgan, también le gustaba más que la isla dónde encontraron las Coronas de Margaritas porque, aparte de eso, no había nada más e incluso peor fue aquella isla en la cual solo había estatuas y un monstruo que quiso matarlas, a pesar de que allí les regalaron una fiesta para recordar.

Le gustaba aquella ciudad porque todo era alegre y colorido: una florería que esparcía su aroma por el medio de la calle, un pequeño parque que nacía en una plaza y en la cual, entre sombras de árboles y ramas, se esparcían las mesas de un café cercano, incluso las personas alegraban el ambiente con sus túnicas coloridas cual arco iris. Quizás desafinaban en ese ambiente las túnicas Azules, que observaban a todos con ojos suspicaces, también las Índigo que actuaban como si temieran romper algo, pero sobre todo las Violeta: en sus rostros era difícil encontrar alguna sonrisa.

Muma se fijó en su silenciosa acompañante: Nadia parecía una persona diferente después de haber pasado por las manos de Somat. Su alborotado y loco peinado había sido controlado a base de unos buenos peines, y ahora su carita era visible y se podía distinguir que era bastante bello, aunque Muma se dijo que no se podía comparar con los rasgos divinos de su novia Nuna. Además, tendría unos dieciocho años y a Muma prefería gente de su edad.

—Esta ciudad no está nada mal, ¿eh? —le preguntó Muma a Naida que había permanecido muda desde que habían salido de la casa de Soalfón, aventurándose en las transitadas calles de aquella ciudad que se antojaba bastante grande.

—Supongo... —contestó la chica, sin ni siquiera mirarla.

Aquella respuesta letárgica no le gustó demasiado a Muma: la belleza no tenía sentido, sino iba acompañada de una mínima pizca de personalidad.

—¿Y cómo es ser una túnica Violeta de esas? —preguntó la mujer de la boca de hipopótamo.

—Es... complicado, supongo... Yo... —tartamudeó Naida y bajó la cabeza hacia sus manos que se frotaban la una contra la otra.

Al ver tal actitud, Muma bufó.

—¿Complicado...? Lo complicado es intentar hablar contigo... —dijo en un intento de encontrar algún tipo de reacción en Naida. Si su actitud iba a ser tan pasiva como sumisa, no creía que aquel paseo fuera a ser tan bueno como en un principio pensaba.

—Lo siento... —gimió Naida.

Muma entrecerró los ojos: tenía que conseguir que la chica se abriera con ella. Quizás no hablaba tanto porque tenía guardada en su linda cabecita un secreto y decidió que lo descubriría o lo descubriría, no había otra opción posible. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora