174. El Rey Nigromante

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 Lo cierto es que Muma no tenía demasiadas ganas de escuchar lecciones de historia sobre la isla de Alsi, pero mentalmente reconoció que quizás de saber más de Asli antes de poner los pies sobre ella puede que hubiera tenido menos problemas.

—Está bien, Butfais... pero vamos abajo que me quiero tomar un café —le dijo Muma y esperó de todo corazón que la lección que le iba a dar el dholoriano no fuera un completo y absoluto coñazo.

Al poco tiempo, se encontraban sentados en una de las mesas del restaurante, Muma tenía delante de ella una taza de café humeante al cual le había echado tres terroncillos de azúcar. En cambio, Butfais se había hecho unos huevos revueltos con salchichas, desayuno que revolvía el estómago de la boca hipopótamo.

—¿Y qué hay con esa isla? —preguntó Muma.

—Es pequeña, bastante más pequeña que la de Asli —informó el dholoriano, mientras cortaba la salchicha en pequeños trocitos.

—Pues eso está de maravilla... no quiero volver a perderme en una ciudad y acabar en la casa de un completo pirado —dijo Muma y se acordó del supuesto cuadro que Soalfón pretendía hacerle, ¿lo habría acabado? Descartó el pensamiento, ahora aquello importaba poco o nada.

—En realidad, allí no tienen ninguna ciudad —dijo Butfais, comenzando a comer su desayuno, lo hacía con lentitud, saboreando cada porción que se metía en su gran boca de dientes, más o menos, afilados.

—¿Sin ciudad? Eso suena un poco aburrido —suspiró Muma, a ella le hubiera gustado ir a una discoteca a bailar.

—Por lo que sé, antes era una gran isla que rivalizaba con Alsi en esplendor y fortuna, pero se dice que el rey Arévalo quería encontrar maneras de alargar su vida y comenzó a practicar magia... —dijo Butfais.

—No lo veo mal, todo el mundo quiere vivir unos cuantos años más —dijo Muma, sorbiendo el café y notándolo todavía un poco amargo, pensó en añadir otro terrón de azúcar, pero para eso debería de levantarse de la mesa e ir a la cocina. Demasiada pereza, así que decidió continuar bebiendo el brebaje tal y como estaba.

—Puede ser, pero la magia que utilizaba requería de sacrificios humanos.

—Eso ya no lo veo tan bien... —dijo Muma, ¿por qué todo el mundo se complicaba la vida de una manera tan desagradable? Intenta ser feliz con lo que tienes de vida y no te rayes demasiado la cabeza con la muerte, que al fin y al cabo es inevitable.

—Logró su objetivo, pues se convirtió en un liche... —Antes de que tuviera tiempo de seguir hablando, Muma le preguntó:

—Liche... ¿Qué se supone qué es eso?

—Es cuando un mago poderoso desea alcanzar la inmortalidad transformándose en un no muerto y eso es lo que hizo Arévalo, pasándose a conocer como el Rey Nigromante —dijo Butfais, recién terminado de comer su desayuno.

—¿Y qué tiene que ver todo esto con que la isla sea más pequeña? —preguntó Muma. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora