Por la ventana del quinto piso del hotel La Gran Cascada salía una lengua de fuego y delante de él había aparcado un camión de bomberos del cual habían salido valientes hombres y aguerridas mujeres que luchaban con mangueras contra el enemigo más antiguo de la humanidad.
En la acera de en frente del hotel La Gran Cascada, Muma y Nuna observaban el incendio y ninguna de ellas daba la más mínima muestra de arrepentimiento.
—Quién iba a pensar que se quemaría tan deprisa —comentó Muma.
En el fondo, estaba contenta de haberse librado del horrendo vestido de cuero. En el exterior, también estaba contenta porque lucía una gran sonrisa de oreja a oreja.
—Caray, pero por lo menos salimos con vida —dijo Nuna.
El relato de como escaparon del hotel invadido en llamas daría para una novela. Hubo romance, hubo misterio, hubo acción y hubo emoción. Quién fuera escritor para escribir tan gran epopeya.
—Ya, pero se quemó tan rápido que ni tiempo tuve de coger la ropa —suspiró Muma.
Tanto ella como Nuna se encontraba tal y como habían llegado al mundo. Es decir, en bolas.
—Todo lo que tenía estaba en esa habitación —murmuró Nuna, haciendo un puchero de tristeza.
—Eres la villana del Reino, ¿no tienes una guarida? —preguntó Muma.
—No —contestó Nuna, mientras se miraba los pies desnudos.
—¿Y algún ejército de monstruos?
—¡Ni uno solo! —vociferó Nuna.
Y le dio una patada al suelo, tal y como hacen los conejos cuando se cabrean.
—¿Y algún objeto mágico de inmenso poder destructivo?
Nuna negó con la cabeza.
—¿Tengo pinta de tener uno?
Muma la miró con la duda en la mirada.
—¿De verdad eres una villana?
—Sí, ¿y qué? Todo lo que tenía lo tenía en la habitación del hotel, ¡y mira cómo está! —aúllo Nuna, el cual estaba siendo devorado por las llamas.
—Entonces no tienes nada de nada, ¿no? —preguntó Muma
—¡Solo lo que tengo puesto! Y estoy desnuda... —contestó Nuna, lanzando un fuerte suspiro.
—¡No te preocupes por eso! Puede que no tengamos dinero, ni trabajo, ni casa, pero tenemos libertad —dijo Muma.
—¡Caray, tienes razón! Además, lo mejor de tener nada es que no te pueden quitar nada. ¡Eso sí que es libertad! —gritó Nuna, recuperando la sonrisa.
—¡¡Pues esa "libertad" no os va a durar mucho, pirómanas!! —ladró un hombre.
Dicho hombre tenía cara de perro y también malas pulgas, orejas de dóberman y actitud de chihuahua y, por raro que parezca, mirada felina. Los ojos de Nuna se agrandaron como platos al reconocer el uniforme naranja y amarillo, con un dibujo en el pecho de dos palmeras cruzándose. Aquel chucho pertenecía ni más ni menos que...
—¡Es la poli, Muma! —chilló Nuna.
—¡Huyamos! —bramó Muma.
No lo pensó ni medio segundo, cogió de la mano a la Nuna e intentó huir de la perruna presencia de aquel policía nefasto que quería quitarles de la mano lo único que les quedaba: la libertad.
Desgraciadamente, detrás de ella habían surgido dos ratas más: policías de caras brutas y porras en las manos que observaban con viscoso desprecio a las dos mujeres. Las cuales podía ser que fueran culpables de quemar el hotel entero, ¿pero acaso tal acción se merece la cárcel?
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...