161. El despertar

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 Muma sentía un peso en el pecho, era un peso agradable, calentito. Pero no sabía lo que era y, de hecho, no sabía dónde se encontraba. Todo a su alrededor era oscuridad, como uno se imagina que es la muerte. Los recuerdos estaban inmersos en una niebla y pensar dolía, ¿estaba intentando salvar a una reina o algo por el estilo?

Recordó el rostro desencajado por la furia de Soalfón acercándose a ella con un cuchillo en la mano, pero no tuvo demasiado miedo porque pensó que sería protegida por la Corona de las Margaritas.

¡Qué equivocada estaba, pues el cuchillo le había atravesado el estómago con facilidad! ¿Por qué? Y el dolor fue grande, pero cuando se cayó al suelo empezó a desvanecerse cuando se mezcló con la muerte.

Presta estaba a caer bajo el peso de la desesperación, pero el pesito calentito que oprimía su pecho se lo impedía. Se preguntaba qué era, pero por mucho que le diera a la cabeza no se le ocurría nada. Pero claro, se dijo ella, ¿no sería fácil descubrirlo si abría los ojos?

Al abrirlos, se encontró tumbada en una cama en una habitación de mármol blanco, de amplias columnas que se perdían en la magnitud del techo y amplias ventanas que mostraban la ciudad de Acudid.

Pero ciertamente nada de eso importaba, lo que de verdad lo hacía era el peso de sobre su pecho: era Nunanejo y nada más darse cuenta de que Muma había abierto los ojos, saltó hasta ponerse al lado de su cara.

Comenzó a frotar su cabecita negra contra la suya mientras temblaba, quizás era alegría por ver como Muma no estaba muerta. Pero quién sabe lo que piensan las conejas que antes habían sido humanas.

—Muma, ¡me alegro mucho de que estés bien! —dijo una voz al lado suya, allí estaba acomodada en un cómodo sillón Naida con un pesado tratado de vexilología sobre las piernas, por alguna razón lo leía para pasar al rato.

La princesa ya había dejado de lado la túnica Violeta y llevaba una más adecuada a su posición. Una de color blanco y de aspecto lujoso, sencilla, pero de una elegancia clara.

—Tú... ¿Dónde estoy? —preguntó Muma.

—En el Castillo Paleta, la médica de la Corte te salvó la vida —dijo Naida.

—Ya sabía yo que eras la princesa —dijo Muma, sonriente por haberlo adivinado.

—Sí... ¡Y muchas gracias por salvar a la reina! Si no fuera por ti y por Nadría, estaría muerta y... gracias, de verdad... ¡Muchas gracias! —dijo Naida, sonriendo sinceramente de oreja a oreja e igualmente sonreía Muma.

—Ya, ya... pero no lo hice precisamente por altruismo. Quiero una cosa, algo que solo tu madre puede hacer —dijo la boca hipopótamo.

—Estoy segura de que le encantará ayudarte, ¿de qué se trata, Muma? —preguntó Naida.

Muna estaba henchida de felicidad, ¡por fin iba a lograr que Nunanejo volviera a ser Nuna!

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora