39. El sabor de los recuerdos

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 El sabor inundó la boca de Muma con una intensidad tal que la hizo viajar al pasado. No literalmente, sino con la mente debido a que la pizza de Ooh le hizo resurgir en su mente recuerdos lejanos de una infancia pérdida en la niebla de la memoria. ¿Cuántos años tendría? ¿Seis, siete, ocho? No lo sabía, pero era pequeña y sus padres gigantes.

Se encontraban en la pizzería Donato, situada en la ciudad de A Coruña que se levantaba modesta en la calle Alta, número 10. Era un establecimiento pequeño e íntimo, un lugar de sombras tranquilas, con aspecto a madera oscura y siempre con un delicioso olor flotando en el aire, como anticipo de una comida inolvidable. Un restaurante que ya ha cerrado hace mucho tiempo.

—Seguro que te gusta, Mumita —decía su madre.

Apenas podía recordarla porque ella había desaparecido cuando tenía diez años y poco después su padre la siguió a... ¿A dónde? No lo sabía... Pero en aquel recuerdo despertado por el sabor de la deliciosa pizza de Ooh provenía de un lugar feliz.

—No sé... —dijo Muma, mirando la pizza pequeña que tenía delante de ella.

Era la primera vez que estaba en frente de una comida de ese tipo y no sabía qué pensar. Sin lugar a dudas, tenía una buena apariencia, pero... ¿Sabría bien? Miró a su madre, su sonrisa era lo que más recordaba de ella. Grande y amable, una que lograba tranquilizarla.

—Quizás sea mejor... porque luego no va a querer comer otra cosa —dijo su padre y le guiñó un ojo a mamá. Él llevaba unas grandes gafas y el cabello peinado a la raya.

Muma se armó de valor y cogió un triángulo de la pizza, se la llevó a la boca y le dio un  diminuto mordisquito. Fue suficiente, estaba delicioso, tan rico que no dudó ni un instante en darle un segundo bocado y luego un tercero y cuando quiso darse cuenta ya no tenía nada en la mano.

—¡Pues parece que te gusta! —exclamó su padre riéndose.

—Ya sabía yo que te gustaría, Mumita —dijo su madre acariciándole el cabello, rubio, corto...

—Sí que me gusta... —reconoció la pequeña Muma.

Le gustaría quedarse más tiempo en aquel recuerdo que había florecido en su mente, de las cenizas de un pasado que apenas recordaba. Pero el presente la llamaba, un presente en que las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

—Oh, no... Muma, ¿no te gustó...? —preguntó Nuna y ya se veía al pobre de Ooh siendo lanzado por la borda.

—No, qué va... Está muy rico, Ooh. Supongo que te puedes quedar unos días con nosotras... —dijo Muma, sin poder evitar la sonrisa en el rostro.

Aunque la felicidad estaba un poco dañada porque, al mismo tiempo que recordaba a sus padres, no podía evitar recordar que también habían desaparecido sin dejar rastro. Muma era incapaz de creer que la habían abandonado, pero... ¿Qué había sido de ellos? ¿Por qué la habían dejado sola? 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora