183. Conversación con Nunanejo en una cafetería

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 —No deberías de preocuparte tanto por esas cosas, Muma —le dijo Nunanejo.

Ambas estaban en una de las cafeterías de moda de la ciudad, Divinos placeres, zampando bollitos, magdalenas, pastelitos de chocolate, brazo de gitano, una tarta de cerveza negra ...

—¿Preocuparme de qué, Nunanejo? —preguntó Muma, con aire distraído y un poco impaciente porque había pedido un café y el camarero era, literalmente, un caracol —. ¿Por qué lo habrán contratado...? Por culpa de él el servicio es demasiado lento... ¡A quién se le ocurre, debería de ser un correcaminos o un jaguar, pero no un estúpido caracol!

—Si quieres te puedes acostar con otras mujeres, no me voy a poner celosa —comentó Nunanejo, su tamaño era más grande que el habitual y alcanzaba al de una persona, pero continuaba siendo un conejo.

Muma se quedó con la boca tan abierta que el cupcake que recién se había tomado le cayó en todo el plato, estallando como si fuera una bomba atómica de felicidad y fortuna.

—¿Qué me estás contando...? —preguntó la boca hipopótamo.

—¿No crees que el amor no debe de ser algo restringido entre dos personas? Debemos de ser capaces de dar amor a más y más y más gente. No hacerlo es triste, si te gusta alguien y quieres acostarte con ella, ¿por qué no? —dijo Nunanejo que se estaba comiendo un gran pastel con forma de zanahoria.

En ese momento, al mente lúcida de Muma entró en juego y le dio por pensar que aquello no era nada más que un sueño, pero sueño igual al que tuvo en el cuartel general de la revolución, en dónde las personas eran reales y no producidas por su imaginación.

—No sé qué pensar sobre eso... —dijo Muma, mirando los pastelitos con tristeza: de pronto, ya no tenía ganas de comerse a ninguno —. A mí me basta contigo y si me acostara con alguien más... me sentiría culpable.

—Pues así son las cosas —dijo Nunanejo.

—¿Y tú te acostaste con alguien después de que nos conociéramos! —preguntó Muma, con miedo de ser herida por la respuesta de la Nunanejo. .

De pronto, la boca de la coneja se abrió en un gesto de terror absoluto y Muma comprendió que observaba algo que se encontraba detrás de ella y, al girar la cabeza para mirar... ¡Era el hombre con la careta de cerdo, fabricada con la cabeza de uno de verdad, y un machete en la mano de una brillantez francamente peligrosa!

Menos mal que Muma estuvo ágil y fue capaz de esquivar el golpe, el machete cayó con una fuerza tal sobre la mesa que la partió en dos haciendo que los cupcakes salieran volando por todos lados.

El hombre de la careta de cerdo apuntó con el machete a Muma y, durante unos segundos, estuvo segura de que acabaría muerta, pero entonces se dio cuenta de que se encontraba en un sueño y, para escapar de él, lo único que tenía que hacer era despertar. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora