69. Mejillas sonrojadas

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 —¿Preguntas si Nunanejo vino de mi mundo? ¡Qué va! Me la encontré aquí —dijo Muma y cogió a la conejo en sus brazos para darle un besazo en la cabezota.

—Ya veo, ya veo... Aquí no solemos tener conejos como mascotas, somos más de... en fin... —suspiró Soalfón, que no quería decir que él pensaba que el lugar idóneo para un conejo estaba en el horno.

—Ya, yo como que prefiero comérmelos... ¡Pero no se te ocurra tocarle ni un pelo a Nunanejo! O sino... —avisó Muma, que no tendría ningún problema en regalarle un buen bofetón al pintor.

—No te preocupes, Muma. No tengo ninguna intención de hacerlo... Por cierto, ¿a qué has venido exactamente a Asli? —preguntó Soalfón cogiendo desprevenida a Muma.

Ella se carcajeó, pensando que ya no sería tan buena idea contarle que quería encontrar a la bruja Serren para hacer que Nunanejo volviera a ser Nuna humana. La recompensa que caía sobre la cabeza de su novia era demasiado apetitosa y si es algo que es infinito es la codicia humana.

—Turismo, viajo a lo largo del Archipiélago por gusto y placer. Me gusta comer, me gusta bailar y me gusta hacer el amor... Nada más ni nada menos —mintió y le dio otro besito a la cabeza de Nunanejo, solo porque sí porque podía.

—Eso debe ser una buena vida —suspiró Soalfón.

No se fiaba en absoluto de las palabras de Muma y sabía que ocultaba algo, pero no estaba decidido a presionar porque podía quedar como alguien desagradable y Muma se cerraría en banda. Lo mejor que podía hacer era dejarla ser y ofrecerle su mejor cara, así puede que ella se abriera y le contara la verdadera razón de venir a la isla. Llamaron a la puerta con insistencia.

—Entra —dijo Soalfón.

Por la puerta pasaron Somat acompañada de Naida, el primero no pareció afectarle nada la imagen de Nuna desnuda, pero la chica del cabello alborotado se puso rojísima.

—¿Has entregado el mensaje? —preguntó el pintor.

—No hubo ningún problema, amo. Hablaron con el Agente de Uno y le dijeron que la Señora del Terror se fue con Muma y nada más —dijo Somat.

—¿Y no le contaron nada que no le deberían haber contado? —le preguntó Muma.

—Estoy seguro de que no —dijo Somat, a pesar de que no estaba seguro de que fuera así. De todas formas, poco le importaba hacer mal su trabajo y, de hecho, prefería hacerlo así. Aunque no de una forma tan descarada como para que lo echase de la casa.

—Muy bien, ya puedes marcharte —le dijo Soalfón, haciendo un gesto ridículo con la mano.

—Otra cosa, amo. Me encontré con esta túnica Violeta que no tiene casa. ¿Habría en la tuya algún puesto que pueda ocupar? —preguntó Somat.

Soalfón miró a la chica como si fuera la primera vez que la veía.  

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora