74. La verdad sobre Naida

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Muma, cruzada de brazos y con el mentón bien levantado, observó con superioridad a la pequeña Naida. Era como un ratoncillo en frente de una poderosa leona que se estaba pensando si merecía la pena o no comerse algo con tan poquita carne. Una sonrisa despectiva apareció en el rostro de la mujer de boca de hipopótamo.

—Vamos a ver, criatura... ¿Llevas o no llevas una túnica Violeta? Sí, esa ropa que llevas es indudablemente de color violeta... así que deberías saber cómo es una de ellas. No creo que debería ser demasiado difícil responder... —dijo Muma, deseando de todo corazón que Naida no le respondiese de nuevo con palabras inconexas de nerviosismo tembloroso.

Naida lanzó miradas precavidas a su alrededor, en estos momentos paseaban por una calle tranquila alejada de cafeterías, tiendas y locales de gran afluencia. Solamente se veía una túnica Índigo en una ventana sacudiendo una mental y un Violeta que caminaba en dirección contraria mirándose los pies.

—Es que verás... eso de saber cómo viven los túnicas Violetas... es algo que yo también quería saber, pues... yo no soy una de ellas —dijo la chica, hablando con la voz bajita como si tuviera miedo de ser escuchada por oídos indiscretos.

Muma se alegró de que por fin Naida le hablase como una persona normal, más o menos.

—¿Oh...? Qué curioso... ¿Y qué tal la cosa? —preguntó Muma y se preguntó qué color sería, ¿quizás una túnica Roja? No había visto demasiados de ellos, quizás se pensaban que eran demasiado importantes como para caminar por las calles como personas normales.

En el rostro de Naida surgió una mueca triste.

—Pues nada más empezar me choqué con un hombre y estuvo a punto de pegarme... Eso fue algo que nunca antes me pasó —dijo la chica de la túnica Violeta, sus manos se aferraron a la ropa con fuerza.

—Quizás le diste un rodillazo en los huevos sin querer... —sugirió Muma, haciendo que las mejillas blancas de Naida se colorearan de un rojo que hasta le pareció mono.

—¡Yo no le toque sus...! —Naida se calló al darse cuenta de que había gritado y miró a su alrededor: unos túnicas Verdes lo miraron raro, como preguntándose cómo se atrevía a alzar la voz a una extranjera.

Muma sonreía de oreja a oreja, ya le comenzaba a gustar más aquella chica. Además, puede que supiera dónde se encontraba la tienda aquella en dónde había visto el lazo tan bonito que le quedaría genial a Nunanejo. Ahora tenía un buen fajo de billetes para gastarse porque, antes de marcharse a la aventura, Soalfón le pagó sus servicios como modelo.

—Ya veo, ya... Mira, siendo una túnica Violeta no sé cómo tienes que hablar con los demás, pero a mí háblame sin miedo que no me rompo —le dijo Muma, ofreciéndole una gran sonrisa.

—Gracias... lo haré —dijo Naida, con media sonrisa en la cara. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora