13. La tormenta

22 6 27
                                    

 Una tormenta abusona acosaba el mar con tremendos nubarrones negros que lanzaban su furia al mundo en forma de una lluvia que parecía no tener fin. El mar contraatacaba con olas y más olas, que a cada minuto iban haciéndose más y más y más grandes. La pobrecita tortuhogar era diminuta en medio del caos tremendo en que se había convertido el otrora tranquilo mar.

—¡Nuna! ¡Vuélvete para dentro ahora mismo! ¡Que se te va a llevar el viento! —gritaba Muma que se encontraba en la puerta del balcón, la misma que daba al interior del gran dormitorio.

En su rostro se podía leer una preocupación infinita mezclada con un miedo de los de irse por la pata abajo. ¿Cuál sería la razón? ¡Ni más ni menos que la descerebrada de Nuna, que se encontraba en medio del balcón riéndose como una loca y con las manos en alto! ¡Pese al peligro que corría su trasero, ella se lo estaba pasando como una niña pequeña que saltaba de charco en charco!

—¡¿Pero qué dices?! ¡¡Es genial bailar bajo la lluvia de la tormenta, Muma!! ¿De verdad tienes miedo? ¿Miedo a qué? ¡Vamos, ven conmigo! ¡Bailemos juntos como si esto fuera el fin del mundo! —gritaba Nuna y le enseñó las palmas de las manos Muma, quién se vio tentada por la invitación.

Sí, a pesar de la espinosa situación en la que se encontraban, Muma sintió unos grandes deseos de dejar todas las preocupaciones en la papelera y unirse a aquel baile enloquecido que había tomado posesión de su querida amiga. Y ya sonreía, dispuesta a dejarse llevar, cuando sucedió lo inevitable.

¡Un golpe de viento le dio un puñetazo a Nuna en todos los morros y está salió volando lanzando un terrible grito! Por suerte, su mano logró agarrarse a la barandilla del balcón, pero por desgraciada esto fue lo máximo que pudo hacer.

—¡Muma! ¡Sálvame! ¡Qué me muero, qué me muero! —gritaba llena de pánico.

—¡Vale, vale! —gritaba desesperada Muma, mirando a su alrededor buscando cualquiera artefacto u objeto que fuera útil para salvar la vida de su amiga: ¿La escoba, una almohada, aquella cuerda de aspecto resistente...?

—¡Qué me muero! ¡Ayúdame! ¡Qué viene una ola de las grandes! —aullaba Nuna, agarrándose a duras penas a la barandilla.

Muma giró la cabeza para ver esa ola de las grandes, ¡y realmente era de las gigantescas! Tanto que tuvo que echar la cabeza para atrás para poder ver en toda su esplendorosidad. ¿Qué hacer? ¡Si se refugiaba en el interior de la casa seguramente salvaría su lindo trasero! ¡Pero Nuna estaba en peligro y, a pesar de que no la conocía de nada, le gustaba mucho! ¿Podría dejar que ella fuera devorada por las frías aguas? ¿Podría hacerlo de verdad?

—¡No, yo te salvaré, Nuna! —gritó Muma desechando todas las cobardes ideas y saltando al balcón, corriendo en dirección a Nuna. ¿Sería capaz de salvarla o moriría en el intento? 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora