Soalfón mató a Zorolen, le dio tantas cuchilladas en el estómago que era imposible que sobreviviera. El hombre rana, todavía vivo, cayó al suelo confuso y sin saber qué había pasado, pronto llegaría el agónico dolor y los gritos, en un lugar en dónde solo existiría el dolor, un infierno que pronto terminaría en una muerte que ni siquiera supo que llegó.
Pero matar a Zorolen no era suficiente, él solo era una Túnica Roja. Sí, era importante, era un artista conocido en la ciudad, pero solo eso. Ni siquiera era uno especialmente querido, pues su boca de sapo le gustaba demasiado la ironía y el sarcasmo. Era capaz de humillar mediante su ágil diatriba hasta al mejor de sus amigos, solo con tal de armar espectáculo. Pero ahora eso poco importaba, Zorolen moría y su historia terminaría. Por una absurda competición, una que ni siquiera ganó. Pues eso, dejemos de hablar del hombre rana, pues en el fondo poco importó y poco importa.
Los Túnicas Azulas deberían de haberse lanzado sobre el desquiciado pintor para arrebatarle el arma de las manos, pero se quedaron petrificados ante aquella explosión inesperada violencia. Nunca en sus vidas habían visto como un Túnica Amarilla mataba a un Túnica Roja, era inusitado, pues normalmente la violencia era elemento común de los colores más bajos.
En cuanto a Nadría, creyó acertadamente que aquel era el momento de dispararle a la reina. En medio de la confusión y el caos, nadie sería capaz de darse cuenta de que tenía una pistola en la mano, de que apuntaba a la reina, de que apretaba el gatillo y de pronto la cabeza de Serren estallaba y él se convertía en un héroe, en un villano. Incluso, pensó, podía ser capaz de escapar aprovechando esa confusión, ese caos.
Miau sí que fue capaz de reaccionar, desafortunadamente él no contaba con ningún arma porque los agentes de Uno preferían arreglar los asuntos de manera pacífica. Aunque sí que contaba con ciertos poderes otorgados por Uno, pero no contaba con la concentración suficiente como para activarlos. Así pues, se acercó a Soalfón con la intención de pararlo, pero estaba demasiado lejos de él y nunca llegaría a tiempo.
En cuanto a Butfais, él quizás pudo hacer algo, pero no hizo nada.
Soalfón miró a Serren, asustada ante el retrato de su propia decadencia. Y sonrió, matar a una reina, con eso sí que conseguiría el odio de todos. Por fin sería despreciado, por fin le escupirían por la calle y le tirarían piedras mientras lo llevaban hacia el cadalso o, mucho mejor, los azules lo aporrearían hasta matarlo. Aquel era su destino y, lo que era mejor, por fin tendría éxito en algo porque era imposible fallar, todo jugaba a su favor, estaba bendecido por los dioses. Apuntó con el cuchillo ensangrentado a la reina y le gritó:
—¡¡Muere, zorra!!
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...