58. La verdad

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 Miau se marchó nada más recibir los quinientos créditos de Soalfón y, nada más quedarse a solas, Muma miró por la ventana del recibidor para asegurarse de que el Agente de Uno se marchase definitivamente.

—Me gustaría bastante quedarme contigo para que me hicieras un cuadro, pero me temo que tengo que volver de inmediato a la tortuhogar —dijo Muma, muerta de nerviosismo.

—¿Y eso? ¿Le has contado alguna mentira? —preguntó el pintor, aquella mañana que se antojaba cotidianamente aburrido estaba ganando interés segundo a segundo.

—¡Asuntos personales! —vociferó Muma e intentó abrir la puerta: estaba cerrada con llave —. ¡¿Podrías abrirme, por favor?!

—Vamos, tranquilízate... Te puedo ayudar. Además, ¿sabes cómo volver al puerto? —le preguntó Soalfón.

Muma negó con la cabeza, recordaba haber salido entusiasmada de Tunante y perderse en una marea de calles alborozadas por un delicioso componente humano de vitalidad y alegría. Pero ni idea de cómo regresar.

—Mierda... —murmuró.

Temía que el idiota de Ooh o el bruto de Butfais le soltaran Miau, que Nuna era Nunanejo. Porque entonces seguramente le cortarían la cabeza a su novia y eso sería no solo horrible, sino también lo siguiente.

—No te preocupes, mandaré a Somat con un mensaje a tus compañeros. Él es un jovenzuelo bastante rápido y conoce Acudid como la palma de su mano —dijo Soalfón y aplaudió dos veces.

En seguida apareció en el vestíbulo de la casa un muchacho de unos quince años que vestía con una túnica violeta.

—¿Qué quiere usted, amo? —le preguntó.

—Vas a ir de inmediato a una tortuhogar que hay en el puerto a entregar a un mensaje. Evita a cualquier Agente de Uno que te encuentres, ¿entendido? —preguntó Soalfón.

—¿Cuál es el mensaje, señorita? —preguntó a Muma.

Esta descubrió indolencia en su mirada, como si toda la cortesía no fuera nada más que una fachada y su verdadero ser fuera algo salvaje e impredecible. No sabía si confiar demasiado en él, pero no le quedaba más remedio porque no tenía ni idea de cómo navegar a través de las coloridas calles.

—Busca a Ooh y dile que le cuente la verdad: que Nuna salió a dar un paseo y no tiene ni idea de cuándo va a llegar. Ella está loca y no se puede saber qué va a hacer a continuación —dijo Muma y Somat asintió con la cabeza, marchándose de inmediato.

—Esa es una mentira, ¿no, Muma? —preguntó Soalfón.

—Es la verdad: Nuna salió a dar un paseo y no se sabe cuándo volverá. Además, sí que está un poco loca... una vez bailó bajo una tormenta y casi se la llevó el viento... —suspiró Muma.

—¿Todavía quieres ser inmortalizada por mi pobre arte? Te pagaré, claro está. Y no me debes los quinientos créditos, creo que fue precio suficiente como para conocer a alguien tan interesante como tú —le dijo Soalfón, exhibiendo una gran sonrisa.

—¿Yo...? ¿Interesante...? —Muma se quedó boquiabierta: ¿Podría ser que aquel hombre se estuviera enamorando de ella? 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora