Nadría se quedó observando, con el miedo creciente en el cuerpo, a Butfais. Ciertamente, era una criatura intimidante que medía dos metros o incluso más, con unos músculos abultados y bien definidos que en aquellos momentos se encontraba cubiertos malamente por una bata de seda de color rojo. La piel era gris, casi como si el gran hombre estuviera hecho de piedra y, por lo duro que tenía los músculos, bien podía ser cierto.
Butfais contaba con gran mentón con un hoyuelo, una boca larga y en constante estado de amargura y una nariz chata que apenas se veía. Casi podía pasar por humano, pero los rasgos de su rostro estaban exagerados, como si en vez de persona, fuera la caricatura de una.
De todas formas, su aspecto físico no era lo importante, sino que Nadría había sido pillado con las manos en la masa y en su mente estallaban imágenes de cómo sería el castigo infligido por un dholoriano.
—Oye... Tú no eres Ooh. ¿Qué haces aquí? —le preguntó Butfais, luego de unos largos segundos que querían ser serpientes.
—¡Estoy buscando un trabajo! ¡Un trabajo como camarero! —gritó Nadría, aquella fue la primera idea que se le cruzó por la mente.
Butfais asintió con la cabeza y contestó así:
—Me parece bien. Se necesitan camareros porque tenemos muchos clientes —dijo y se dirigió a la nevera, la abrió para rebuscar en su interior.
—Espera... ¿Qué...? —preguntó Nadría frunciendo el ceño, se había esperado que el dholoriano le echara del restaurante, no que le diera trabajo. Pero pensándolo bien, quizás si tuviera unos créditos más en el bolsillo, las chicas se interesasen por él...
Butfais sacó de la nevera un filete de carne, lo puso sobre la encimera y comenzó a cortarlo en pequeños pedacitos con una navaja que se sacó de la bata de seda. Lo hacía de manera concienzuda, haciendo que cada cuadradito quedase del mismo tamaño.
—Que puedes trabajar aquí. Te pagaremos con créditos, tenemos mucho. Somos el local de moda —le dijo Butfais, que había acabado de cortar la carne y la metió en un cuenco.
—¿Y de cuántos créditos estamos hablando? —preguntó Nadría, que tampoco quería romperse el lomo por una miserable paga de esclavo.
—No lo sé, habría que hablar con Ooh porque él entiende mejor que yo el concepto de dinero —comentó el dholoriano y para sorpresa de Nadría echó leche sobre los pedazos de carne y no solo eso, sino que después sacó de la nevera un bote de salsa picante y lo eché por encima junto a unas cuantas alcaparras.
—Debe de ser una receta dholoriana... —murmuró Nadría.
—¿Entonces qué? ¿Quieres trabajar aquí? —preguntó Butfais, hundiendo una cuchara en el mejunje y llevándosela a la boca.
—Sí, lo haré —dijo, al final comprendió que no importaba la paga porque aquello sería la tapadera perfecta.
Butfais asintió con la cabeza y masticó, con lentitud y detenimiento.
—El experimento no salió bien —dijo y tiró el cuenco al cubo de basura.
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...