150. La reina quiere morir

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 La reina sabía que alguien quería matarla y no le importaba nada, de hecho esperaba que tuviera éxito. Se encontraba en un carruaje que se dirigía al Restaurante errante y la mirada perdida de Serren observaba la ciudad, su ciudad, aunque hacía tiempo que no la sentía como suya y, en realidad, en esos momentos pensaba que nunca lo había sido.

—Espero que tenga éxito... —murmuró la reina y lo deseaba de todo corazón, lo único que no le gustaba de fallecer era el dolor que le provocaría a su hija, pero ese sentimiento no tenía la fuerza necesaria como para hacer algo al respecto, como para avisar a los azules y a los agentes de Uno de que alguien quería acabar con su vida.

¿Cuál era la razón de que la reina Serren buscaba la muerte? No fue la muerte temprana de su marido, cuando él realizó en frente de ella el ritual del Khom Va The, pensó que se trataba de la persona idónea para él. ¿Y cómo no pensarlo cuando el futuro rey realizaba el ancestral baile de cortejo con una perfección que parecía reservada a los dioses?

Y su rostro era de una belleza anhelante, imposible no quedarse enamorado de él, de su sonrisa pícara, de la forma en que hablaba, como si le estuviera haciendo el amor en las palabras. Todo en él era perfecto, pero el amor que latía en el corazón de Corma no estaba reservado a una mujer y pronto descubrió la reina que se había casado con el hombre más mujeriego de todo Acudid. Uno que no tenía ningún escrúpulo en acostarse con todas las mujeres que pudiera.

Por eso, cuando una brutal enfermedad venérea se lo llevó, Serren no sintió demasiada de pena. No lo odiaba, pero tampoco lo quería, simplemente se había convertido en un elemento más de su vida que dejar a un lado, en lo que no pensar, como en el gobierno de un reino que se le antojaba aburrido.

Aunque las calles eran coloridas, el interior del Castillo Paleta era de tonos grises y resultaba irónico, teniendo en cuenta que ella era conocida como la Reina Arco Iris, Multicolor y en realidad... nada de eso era cierto, solo su vestido, pero la persona que lo vestía no era nada más que una mujer deprimida, sin nada en la vida que le levantase la sonrisa.

Su hija, ella había sido su mayor alegría e ilusión. Algo que merecía la pena, pero al final ella también se alejaba más y más. Quería ver el mundo, quería conocer los rincones secretos de la ciudad, ansiaba beber la vida y no quedarse encerrada en aquel castillo de silencios y sombras. No la podía culpar, pero esa ansía de vivir la separaba de ella y hacía aumentar su soledad. Al final, ¿qué le quedaba nada más que aquella carcasa de carne habitada por la tristeza perpetúa?

Morir sonaba dulce, morir sonaba liberador y esperaba de todo corazón ser asesinada. Ojalá sucediera. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora