38. La cena más peligrosa

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 Nuna se encontraba bastante angustiada ante la posibilidad de que Ooh fuera lanzado por la borda y, si cerraba los ojos, era capaz de ver la terrible imagen de salvajes tiburones sanguinarios que se lanzaban sobre su cuerpo y lo devoraban en nada. Esperaba de todo corazón que la cena estuviera deliciosa porque no sabía si sería capaz de parar la determinación que llameaban en los ojos de Muma.

La de la cocina se abrió y de allí apareció un Ooh sonriente que no tenía ni idea de las malévolas ideas que giraban en el cerebro de la rubia Muma. Llevaba una bandeja en la cual descansaba una pizza que humeaba caliente esperando impaciente ser devorada.

—¡Espero que os guste! —exclamó Ooh dejando la gran pizza sobre la mesa de madera y mirando a las dos mujeres.

Él no tenía ni idea de lo importante que era aquella comida y de saberlo, ¿estaría nervioso o no? ¿Tendría tanta confianza en sus habilidades culinarias? ¿O estaría temblando de miedo?

—Una pizza... y sin ingredientes... Vamos a ver... ¿Solo lleva... queso? ¿Nada de beicon, champiñones, anchoa...? —preguntó Muma y lanzó un suspiro de cansancio. ¿Para esto había esperado la friolera de veinte minutos?

—Es una pizza cuatro quesos: lleva queso azul, parmesano, mozzarella y grana padano. Acaso... ¿No te gusta la pizza, Muma? —preguntó Ooh.

—¿A quién no le gusta la pizza? Pero tiene que ser una comida, por decirlo alguna manera, excepcional. Dijiste que tenías un restaurante, ¿no? —dijo Muma.

—No, es de mi mujer —dijo Ooh.

—Ya veo, ya veo... ¿Y hay más cosas que sean de tu mujer? —preguntó Muma, enarcado una ceja.

—Creo que... no te sigo... ¿Qué quieres decir con eso? —Ooh intentaba entender a la rubia de la boca de hipopótamo, pero era incapaz.

—Estás muy rara hoy, Muma... —dijo Nuna, haciendo un puchero hambriento.

¡Ella solo quería comer! ¿Por qué tanto drama con Ooh? ¿Qué importaba si los acompañaba durante un tiempo en su viaje? ¡Encima les cocinaba! ¡Pizzas! ¡¿Qué más podría querer?!

—Lo mismo podía decir de ti... —dijo Muma y cogió un trozo de pizza, lo acercó a su nariz y la olisqueó: olía tan bien que su estómago rugió cual león en la sábana.

Lo cierto era que la pizza era una de sus comidas favoritas. En realidad, eso se podía decir de muchas otras porque a Muma le encantaba comer casi tanto como acostarse con Nuna.

—Yo no soy rara, soy peculiar —dijo Nuna y, un poco cansada de Muma, cogió un triángulo de pizza y se lo llevó a la boca: le dio un buen mordisco y en su boca explotó el sabor de una manera maravillosa —. ¡Ooohhh! ¡Está buenísimo! ¡Me encanta, Ooh! ¡Tú cocinas muy bien!

—¡Me alegro de que te guste! —dijo Ooh y ya se veía navegando en Tunante sin problemas. Pero todavía quedaba una boca que convencer...

—A ver qué tal está —dijo dándole un pequeño mordisco de hámster. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora