8. El trauma de Nuna

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 Hortensio IV murió y Jacinto III se convirtió en el nuevo rey del Reino Palmera. Como primera acción de su reinado, le perdonó la vida a Nuna y también a Muma, aunque eso solo fue porque le parecía un poco feo salvar a una y cargarse a otra. Además, a Hortensio IV no le gustaban nada las ejecuciones públicas, ya que era más de eyaculaciones privadas.

Hortensio IV le tenía algo de cariño a Nuna: ella fue la primera mujer que se acostó con él no por ser quién aparentaba ser, sino por quién parecía ser. Sucedió cuando la Señora del Terror lo secuestró por motivos que no vienen al caso y en la guarida de la villana ambos compartieron conversación, unas cuantas botellas de ron y luego unos momentos de pasión.

En la calle Cocotero estaba el Bar Piña y el dueño se hacía llamar Uva. Al fondo, se sentaban Muma y Nuna. Esta, a pesar de no haber sido ahorcada como una vulgar forajida de las pelis del oeste, no se encontraba demasiado bien: temblaba como un corderillo y estaba pálida como la leche que se bebía que se bebía, pero ni esto ni las galletas con acné de chocolate la ayudaban a animarse.

—Ala, ala, Nunita. Que ya pasó todo, que no nos van a colgar —le decía Muma, mientras le acariciaba la espalda.

—¡Pero si no es por eso, Muma! Me cargué al viejo rey, ¡con el poder de mi mirada! —gritó Nuna, cubriéndose la cara con ambas manos. Aterrada por el alcance de su poder ocular.

—¡Oh, eso! No seas idiota, tú no tienes poderes. Simplemente estaba viejo y mal cuidado —dijo Muma y le dio unos sorbos a su cerveza. Nada sabía mejor que una birra en un día caluroso, sobre todo después de no haber sido ahorcada. Es cierto lo que dicen: la muerte es lo que hace a la vida especial.

—¿Y sí no es así, Muma? Es cierto que me gustaría tener poderes chulos. ¡Pero no parar corazones con mi mirada! ¡No pega conmigo ni con cola! —aúllo Nuna, agitando la cabeza y haciendo que sus coletas bailasen.

Muma se pimpló media cerveza de unos cuantos tragos.

—Tú eres una villana, es un poder inmejorable.

Sin energías, la cabeza de Nuna se desplomó sobre la mesa.

—Yo ya no quiero ser una. No sé, creo que estaría bien eso de visitar islas, vivir aventuras, comer rico. ¡Pero no quiero matar a nadie! —vociferó recuperando de pronto la energía —. No de nuevo, por lo menos...

—Claro, claro. A mí eso me suena genial, pero antes tenemos que arreglar las cuentas con Zaltor —dijo Muma y se dio cuenta de que si lo encontraban cabía la posibilidad de que la enviase de nuevo a su mundo. De pronto, la idea de volver a la tierra se le hizo tan atractiva como tener cagarria durante todo un día.

—¿Zaltor? ¿Lo estáis buscando? —preguntó Uva: ella era la dueña del local y, aparte de tener orejas que eran literalmente y figuradamente parabólicas, se caracterizaba por tener la piel verde.

—¿Sabes dónde está? —preguntó Muma.

—Sé dónde no está: en esta isla. Se fue después de que no os matarán y no sé a dónde. ¿Quizás a Zaltoria? Es decir, los huevos están en huevera, así que...

—Qué estupidez, si de algo estoy segura es que no va a estar ahí —dijo Muma, con una seguridad bastante infundada.

—Nos va a llevar un montón de tiempo encontrarlo —sollozó Nuna, haciendo un mohín.

—Es genial, ¡así podremos visitar un montón de islas! —soltó Muma y sonreía de oreja a oreja. Quería encontrar a Zaltor, ¡pero no tenía ninguna prisa por hacerlo! 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora