El anciano permanecía bocarriba en mitad de la calle y había cerca una heladería llamada Don Fresquito. Pero en esos momentos, Nuna no tenía demasiadas ganas de merendarse un helado.
—¿Estás muerto...? —preguntó.
Nuna se quedó en el final del callejón por el cual habían girado sin atreverse a acercarse al viejo. Muma, que no sentía tanta aprensión ni por muertos ni ancianos, se acercó.
—Nah, respira —le dijo a Nuna y esta lanzó un suspiro de alivio.
—¡Menos mal! Pero... ¿Por qué no es una estatua? —preguntó y salió del callejón.
—Ni idea, ¿lo llevamos a la sombra a ver si se despierta?
Nuna asintió con la cabeza y, entre las dos, arrastraron al hombre hasta ponerlo debajo de un árbol. El viejo era calvo con una franja de pelo blanco que iba de oreja a oreja por detrás del cogote. Tenía la cabeza cuadrada y eso le daba cierto aire de fortaleza.
—Voy a ver si hay agua corriente en alguna de las casas —dijo Muma y, antes de que Nuna tuviera tiempo de abrir el pico, se fue a toda velocidad al interior de la Heladería Don Fresquito.
A Nuna no le gustó demasiado quedarse sola porque las estatuas la rodeaban y la miraba con sus rostros de espanto. El peor de todos era la de un hombre grueso que le daba un buen mordisco a un bocadillo y la morena sentía como él la miraba con una gula palpable, le daba la impresión de que a él le encantaría zamparse una pierna suya bien asada.
Menos mal que Muma no tardó demasiado en salir de la heladería y llevaba un vaso en la mano, se acercó sonriente al viejo y sin decir ni una palabra vertió el contenido sobre la cara del desmayado.
Fue bastante efectivo porque el viejo se despertó de la misma manera en que lo hace una persona acosada por una pesadilla de las peores. Luego lanzó una mirada de puro miedo a las dos mujeres y le faltó poquito para desmayarse de nuevo.
—Vosotras... ¿Vosotras sois estatuas? —preguntó con un hilo de voz.
—No, no... somos personas —dijo Muma.
—Personas humanas —especificó de forma innecesaria Nuna.
Al escuchar esto, una expresión de gran alivio cayó sobre el rostro del anciano.
—¡Menos mal! ¡Ya pensé que me estaba volviendo loco! —gritó, se llevó una mano al pecho, le latía fuerte, casi al borde del infarto.
—Tú... ¿Tú tampoco eres una estatua, verdad? —preguntó Nuna porque todo aquello aún podía dar un giro indeseado y convertirse en una historia de terror.
Para gran alivio de la morena, el anciano negó con la cabeza.
—No, no... Soy de carne y hueso. Como vosotras... Pero qué bien veros, pensé que nunca más volvería a ver a nadie...
—Yo soy Muma y ella es Nuna, somos... —La rubia se quedó en blanco al darse cuenta de que no tenía ni idea de cómo definirse, pero tampoco importó demasiado porque el anciano habló:
—Yo me llamó Ooh.
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...