99. Sueños

11 3 32
                                    

 Como no había demasiado que hacer en el cuartel de la revolución, Muma se tumbó en el sofá del salón y, al poco rato, se quedó completamente dormida. Por desgracia, en vez de un plácido sueño que le ayudara a calmar los nervios, se vio zambullida en una pesadilla.

Comenzó bien: caminaba con la bella Nunanejo en las manos, era bastante agradable el pelaje suave que acariciaba sus dedos, por un bosque que parecía sacado de un cuento de hadas. Hermosos árboles de colores fantásticos que levantaban sus copas hacia un cielo de color morado en donde, incluso siendo de día, relucían las estrellas en un tintineo lleno de gracia.

—¿No estás contenta, Nuna? ¡Por fin te convertirás en una humana de nuevo! —decía Muma, resplandeciente de alegría, tanto que incluso unas lágrimas de felicidad se le escaparon de los ojos.

—¿Y eso? —le contestó Nunanejo, cosa que no le pareció nada raro a Muma: ¿Por qué no iba a hablar si había sido persona con anterioridad? Lo extraño sería que, siendo conejo de nacimiento, se convirtiera en persona y pudiera hablar.

—¡Por fin vamos a ver a la bruja Serren! Y te convertirá en una humana de verdad —explicó Muma que había conseguido la información de una rata albina que se movía por los barrios bajos de la ciudad de Somnus.

—¡Por fin! ¡Creo que ya hay más capítulos conmigo de coneja que de humana! —exclamó Nunanejo, aunque tenía que reconocer que ser uno tampoco estaba tan mal: como coneja, no tenía otras responsabilidades que comer, dormir, cagar y ser cuca.

—Sí... Eso está genial... y podemos hacer el amor de nuevo —dijo Muma y sus mejillas relucieron de un rojo producto de vergüenza, pero también de pasión.

El bosque mágico se abrió en un montículo sobre el cual se erguía la casa de la bruja: tenía la forma de un gran árbol reseco, con las ramas sin hojas. La puerta se abrió y salió la bruja Serren: su aspecto era extraño, pues iba desnuda y con el cuerpo cubierto por una marea de tatuajes cuyas formas recordaban a las olas del mar. El cabello era negro, enfrascado en lo que parecía ser una eterna batalla capilar, y su rostro se encontraba dominado por una salvaje inteligencia.

—¿Quién ser tú? —preguntó la bruja.

—Muma... ¡Y esta es Nunanejo! —dijo Muma, levantando a la coneja sobre su cabeza.

—Hola, en realidad soy una humana, pero me comí un caramelo chungo y mira ahora como estoy —explicó Nunanejo.

—Ser curiosos... ¿Y qué querer de Seren? —preguntó la bruja.

—¿Seren...? No, no... Estamos buscando a la bruja Serren —dijo Muma y sintió el comienzo de la desazón naciendo en su interior: se habían equivocado.

—¿Serren...? Yo no saber nada sobre esa bruja... pero poder ayudar de todas formas... ¿Muma y Nunanejo querer? —preguntó Seren.

—¡Claro que sí! —chilló Nunanejo con tanta ferocidad que cayó al suelo, pero lo peor fue que lo hizo en mitad de una bandada de conejos. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora