4. Noche de pasión y desenfreno

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 A la mañana siguiente, Muma y la Señora del Terror se encontraban juntas en una habitación de hotel. La rubia se encontraba tumbada en la cama de matrimonio con las sábanas deshechas como única vestimenta. Fumaba y lanzaba círculos de humo al techo de la habitación. Entonces, se le ocurrió una cosa, y así la preguntó:

—¿Y cómo te llamas tú? No creo que Señora del Terror sea tu verdadero nombre.

—No, qué va... Me llamo Nuna. ¿Y tú?

Nuna estaba en el pequeño balcón de la habitación, observaba la calle de una colorida ciudad de un ritmo ecléctico. Aquella era la ciudad más importante, y también la única, del Reino Palmera: la metrópolis de Banana.

Un lugar que nunca dormía y la fiesta siempre corría, allí el pasado no existía y el futuro no significaba nada. Lo único que importaba era el presente eterno de una felicidad que nunca caducaba.

—¿En serio te llamas así? ¡Yo me llamo Muma! Casi tenemos el mismo nombre —dijo Muma, ese detalle la puso contenta.

Nuna lanzó una carcajada y dijo:

—¡Caray, pues tienes razón! ¿No te parece mucha casualidad?

Caminó hasta el borde de la cama y allí se sentó, observaba a Muma con una sonrisa boba en el rostro mientras la miraba. A pesar de que no la conocía de nada, ella le gustaba bastante.

—¿Qué importa? ¡Lo que tenemos que hacer ahora es encontrar a Zaltor y arrearle hasta que me devuelva a mi mundo! —clamó Muma.

Para apagar el cigarro, utilizó una pared.

—Sí, claro —dijo Nuna bostezando, después de haber hecho el amor y dormido, ya no tenía tantas ganas de buscar a Zaltor. Lo que le apetecía era un buen desayuno —. Pero creo que sería chulo conocernos un poco, ¿no? ¿De dónde eres, Muma?

—De la tierra.

—¡Caray, yo también! Soy de España —dijo Nuna.

—¿En serio? ¡Yo también soy de allí! De Galicia, ¿y tú?

—¡De ahí, soy de ahí! ¡De A Coruña!

Ese fue el momento en que la alegría se torció un poco, mezclada con una inquietud que se agrandaba segundo a segundo. Una coincidencia estaba bien, dos era motivo de curiosidad,¿pero cuando eran tantas? Eso apestaba a gato encerrado.

—Esto está empezando a dar miedo... También soy de A Coruña —dijo Nuna y dos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos con miedo de seguir hablando y desvelar más "causalidades".

—Mi piso están... en la Calle Real... —farfulló Muma.

—¿El número 50? —preguntó Nuna.

—¡El piso 1B! —vociferó Muma.

De tanta sorpresa que se llevó, se levantó de la cama haciendo que la sabana que la cubría se deslizara, desnudándola.

—¡Yo soy el 2B! ¡Eres mi vecina! Caray... Pues ya decía yo que tu cara me sonaba de algo —dijo Nuna.

Tantas coincidencias hicieron que se mareara un poco, por lo cual tumbo que tumbarse al lado de Muma.

—Pues a mí no me suenas de nada y me acordaría de una cara tan bonita como la tuya —dijo Muma y el cumplido hizo que los mofletes de Nuna se pusieron colorados.

—Tú también eres bonita... —le contestó Nuna, en voz baja porque le daba vergüenza decir cositas como esa

Muma negó con la cabeza, ella no se consideraba guapa. Sus ojos y nariz eran demasiados grandes y a menudo su cara fue descrita con la palabra "cómica". Pero lo que nunca perdonaría fue cuando, no recordaba quién, le había dicho que tenía una boca de hipopótamo.

—Pero lo que no me gusta es ese horrible traje de cuero... ¡Deberíamos quemarlo! —clamó Muma señalando el vestido, que se encontraba colgando del ventilador del techo.

—Tampoco soy muy fan, pero creo que es ignífugo —dijo Nuna.

—¿Tú crees...? Solo hay una manera de averiguarlo... —comentó Muma, con una sonrisa traviesa en el rostro.

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora