—¡Ni de broma voy a comerme una de esos caramelos endiablados! —vociferó Nuna y le dio un puñetazo a la esfera rosada de telecomunicaciones dholoriano.
Cayó al suelo y rodó hasta golpearse contra una de las patas de la mesa en dónde, hace apenas unos diez minutos, estaba Ooh tallando una figurita de Muma.
—No son endiablados —explicó Butfais, pero a Muma poco le importaba el adjetivo correcto para referirse al aparato así que se limitó a bufarle a la cara y corrió hasta ponerse en la barandilla que quedaba detrás de la cabezota de la tortuhogar.
—¡Tunante! ¡Tenemos problemas! ¡Nuna se ha convertido en una conejita! —chilló Muma al borde de las lágrimas —. Tenemos que ir a la Isla Asli... ¿Sabes dónde está, puedes llevarnos, por favor? ¡No quiero que Nuna sea Nunanejo para siempre jamás!
Tunante giró la cabeza para mirar de reojo a la rubia de la boca de hipopótamo, la cual a duras penas se aguantaba las ganas de echarse a llorar como si fuera una niña pequeña perdida en un supermercado. Durante unos largos segundos de discurrir, Tunante lanzó un corto suspiro y volvió la mirada al frente para cambiar la dirección de navegación.
Eso llenó de inmensa alegría a Muma, ¡volvería a tener a su Nuna! Aunque no había pasado demasiado tiempo desde que su transformación en coneja, lo cierto es que la echaba un poco bastante de menos.
Es que viajar a través del Archipiélago de las Mil Islas sin su querida novia se le hacía bastante aburrido, ¿con quién conversaría y compartiría cama y momentos de besos y amor? ¿Con Ooh? ¡Era demasiado viejo ya además era un hombre! ¿Tunante? ¡Era una tortuga gigante! ¿Butfais? ¡Ni siquiera sabía qué era esa cosa!
Hablando del diablo, Butfais permanecía parado en el mismo sitio observando al conejo... bueno, no sé sabe si lo veía de verdad o no debido al casco que llevaba. Pero realmente parecía como si lo viera de verdad. ¿Quizás tuviera el guerrero dholoriano alguna visión de rayos X? ¿O puede que en el casco hubiera unos agujeros pequeñitos por los que él pudiera ver? Ese era sin duda un misterio, pero Muma no estaba por la labor de hacer de detective.
—¿Se puede saber qué haces aquí? —preguntó Muma.
—¿Yo...? —preguntó Butfais señalándose a sí mismo.
—¡Pues claro que tú! No creas que eres bienvenido aquí después de haber convertido a mi Nuna en una coneja... —dijo entre dientes, rabiosa y con ganas de darle tal bofetada que lo mandase fuera de la borda y se convirtiera en merienda para tiburones. Pero él era demasiado grande y demasiado fuerte, estaba segura de que darle un golpe sería como pegarle a una pared y no quería sumar a sus problemas una muñeca rota.
—Estoy esperando a Pitiminí, mi loro —dijo Butfais.
—Loro... ¿Loro? —murmuró Muma.
—El animal en el que vine montado —explicó el guerrero.
—¿Pero qué...? ¡Eso es un pterodáctilo! —chilló la rubia.
—No —contestó Butfais.
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...