Mientras los túnicas Azules se acercaban a Muma y Naida con aviesas intenciones, Soalfón se encontraba en el jardín de su casa sentado bajo la sombra de un manzano y trabajaba en el boceto de Muma con ahínco.
Una sonrisa se dibujaba en cara y no solo era causada por la botella de vino que se encontraba apoyada en el tronco del manzano: estaba completamente convencido de que por fin lograría crear algo que fuera digno de mención.
El ambiente era ideal para la creación artística, pues hacía un calorcito agradable que no llegaba a quemar y la sombra del manzano le proporcionaba un frescor que no le hacía tiritar. Además, el canto de los pajarillos era la melodía ideal para ese momento.
—¡Perfecto, perfecto! ¡Ahora todo el mundo sabrá de lo que soy capaz! Quizás con este retrato logre hacerme un hueco en el círculo de artistas... —decía y dibujaba en un estado febril que fue roto por un timbrazo.
En seguida, el malhumor se hizo dueño de su ser. Pensó en no hacer caso a tal distracción y continuar dibujando como si nada. Pero el timbre de la casa sonó una y otra vez, tanto que toda la inspiración que había logrado reunir el pintor se pudrió por completo.
Se levantó de un salto bramando por aquella interrupción y, antes de saber de quién se trataba, ya la odiaba con toda su alma. Recorrió a toda prisa el corredor que iba desde el jardín hasta la puerta de entrada que cruzaba el salón y la abrió dispuesto a lanzar exabruptos a diestro y siniestro.
Pero al ver el hombre de la cara de rana, toda su furia se pudrió.
—Zorolen... —murmuró, impresionado ante la presencia de uno de los artistas más importantes de toda la ciudad de Acudid y uno en que en más de una ocasión había criticado duramente sus cuadros.
Una vez hasta lo hizo llorar.
—Soalfón, cuánto tiempo sin verte... últimamente no has estado acudiendo a ninguna fiesta de nuestros amigos —dijo Zorolen.
—He estado trabajando... ¿Quieres pasar? —preguntó Soalfón, sin saber si la visita de Zorolen era una buena o mala noticia para él.
—¿Trabajando? Oh, mi querido amigo... Creo que deberías dejar el arte para los profesionales. No lo digo por maldad, sino por tu bien. Seguramente tengas talento para otra cosa... quizás como exterminador de ratas —comentó Zorolen.
Una furia ardiente quemó las entrañas de Soalfón: estaba más que cansado de que la gente se metiera con él y que le restregase por la cara su falta de talento.
—¡Reconozco que todo lo que he hecho hasta el momento es basura! Pero estoy trabajando en una obra que sin lugar a dudas se convertirá en una obra maestra —dijo Soalfón.
—¿Oh...? ¿Estás hablando en serio? —preguntó Zorolen, olvidándose por completo del motivo que lo llevó hasta la casa de Soalfón.
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...