La noche había caído sobre la ciudad de Acudid y Muma estaba preparada para marcharse. Se encontraba en la puerta de entrada del cuartel, mirando con ritmo acelerado el callejón retorcido que la llevaría hasta Tunante, hasta la libertad, hasta el mar plagado de islas y aventuras.
La oscuridad y el silencio dominaban, roto uno por una serie escasa de faroles que iluminaban con luces anaranjadas el panorama y el otro por los ruidos nocturnos que suenan cuando todo el mundo duerme que, en este caso, se trataba de un perro ladrando.
—Es ahora o nunca, Nunanejo —dijo Muma con decisión a la coneja, que asomaba la cabeza del gran bolso.
Estas palabras le dieron a la boca hipopótamo el valor suficiente como para subir el primer escalón de la corta escalera que llevaba al callecita. Caminó con rapidez, con el nerviosismo a flor de piel, pues a pesar de todo no podía olvidar las advertencias de Micaela.
¿Y si tenía razón? ¿Y si se topaba con un montón de azules? ¿Y si la golpeaban con sus porras y luego la metían en una celda durante largos años? ¡¿Y si decidían meter a Nunanejo en un horno para luego comérsela?!
—¡Tonterías! Ella solo quería que no me fuera para acostarse conmigo... Nada más, no hay peligro... nada de nada —decía Muma y seguía hablando en bajito, como si estuviera recitando un encantamiento para espantar la mala suerte o, quizás, para ser protegida del mal que acecha por las oscuras calles de la ciudad de Acudid, un mal con la forma de despiadados azules de gatillo fácil.
Pero el callejón estaba vacío y a cada paso que daba, se convencía a sí misma que lo mismo podía decirse del resto de la ciudad. Además, ¿para qué preocuparse por una don nadie como ella? No merecía la pena gastarse neuronas para alguien como ella y, seguramente, había criminales más peligrosas rondando por los barrios bajos de la urbe.
—Tendrás que esperar un poquito más, Nunanejo... ¡Pero te aseguro de que lograré que vuelvas a ser una humana de verdad! —dijo Muma, con toda la seguridad del mundo, pero... ¿Lograría cumplir su promesa o estaría Nuna condenada a una existencia de coneja?
Al llegar al final del callejón, salió sin precaución ninguna, ya viéndose a bordo de Tunante rumbo a lo desconocido y esperaba que, de esta vez, lo desconocido no fuera una ciudad de maníacos que la persiguieran por nada. Chocó contra alguien, un perdón se escapó de la boca de Muma y luego se quedó congelado al ver contra quién había chocado: era un azul.
El reconocimiento apareció en el rostro del joven azul, también en el de Muma porque de entre todos los azules con los que se podía haber encontrado, se encontró con Farlae. El mismo al cual le había dado un golpe karateka en toda la garganta.
Farlae desenfundó su pistola y apuntó a Muma.
—¡Tira el arma! ¡Ahora mismo!
Muma no comprendió, ¡ella no llevaba ningún arma!
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Muma I (Finished)
HumorUn camión atropella a Muma y, como es normal, muere. Aunque sucede algo extraño: un dios llamado Zaltor le ofrece la posibilidad de recuperar su vida, pero con la condición de que asesine a la villana conocida como la Señora del Terror. ¿Logrará Mum...