81. ¡Nya!

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Farlae, el túnica Azul, tenía la mano sobre la empuñadura de su porra y una mirada dura dirigida a Muma. Daba la sensación de que en cualquier momento desenfundaría y comenzaría a dar mamporros.

Muma se apresuró a negar con la cabeza y levantó las manos en dirección al joven. Le enseñó las palmas vacías con la idea de hacerle ver que ella era inofensiva, incluso más que la coneja que asomaba la cabeza por la boca del bolso.

—¡No, no, no! ¡Deja que me explique, oye! Mira, me la encontré por la calle y me dio en la nariz que no eran quién decía ser... es decir, quizás sea un poco precipitado decir que ella es la princesa, ¡pero estoy segura de que tengo la razón! —dijo y fue bastante alivio cuando Farlae se relajaba un poquito.

—¿Por la calle dices...? ¿Cómo sé que no me estás engañando? Nadie aparte de la Familia Real sabe cómo es ella...

Muma frunció en su ceño, de dónde venía, era imposible no saber cómo eran las princesas porque aparecían a menudo en el periódico o en la televisión. Incluso una persona como ella, a la cual no le interesaba para nada los asuntos monárquicos, sabía cómo eran las dos princesas.

—¿Eh...? ¿Y cómo es eso? —preguntó Muma y ladeó la cabeza a un lado.

—Hasta su Coloración nadie debe verla... y todavía no fue. ¿Cómo sé que no te estás aprovechando de esto para engañarme? —preguntó el túnica Azul que, a pesar de que no se mostraban tan agresivo, todavía no había levantado la mano de la porra.

—¿Engañarte para qué exactamente...? No, no seas tonto, Falafel... ¿Tú no sabes cómo se ve? ¿Ni siquiera ahora que se escapó y tenéis que buscarla? —preguntó Muma.

—Algunos agentes especiales sí que lo saben, pero yo solo soy un simple túnica Azul... ¿Quién es la chica qué dices que es una princesa? —preguntó el joven.

—Te lo digo, pero mira con disimulo, no se vaya a enterar de que la estoy traicionando y se escape. Es la chica de la túnica Violeta, cara pálida, cabello negro... ¿Tiene o no tiene un aire regio? —preguntó Muma.

A pesar de que le había dicho bien clarito que mirase sin llamar la atención, el túnica Azul la miró fijamente y no solo eso, sino que alargó el cuello de una forma que a Muma le pareció un tanto perturbadora.

Un ataque de pánico inundó a la rubia porque pensaba que Naida se enteraría de su inmunda traición y se largaría corriendo. ¿Y entonces cómo recuperaría a su novia? ¿Estaría condenada Nuna a ser una coneja hasta el día de su muerte?

—¡Nya! —gritó y le dio un golpe de karate en toda la garganta al túnica Azul.

Inmediatamente, comprendió que no debería haberlo hecho. 

Muma I (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora